Domingo, 23 de abril de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › LAS INTRIGAS DE LA MUERTE DEL ADOLESCENTE EN LA PELEA DE PALERMO
Centro de polémicas, peritajes e hipótesis, la muerte de Matías Bragagnolo plantea una serie de preguntas sobre la misma naturaleza de lo que pasó esa noche en Palermo Chico.
Por Raúl Kollmann
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¿Se sabe de
qué murió Matías?
Sí, hay un diagnóstico inicial hecho por uno de los forenses de mayor prestigio en el país, Fernando Trezza. La autopsia sostiene que Matías tuvo un edema pulmonar y que, por lo tanto, murió por un accidente cardíaco.
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¿Eso descarta que haya muerto por golpes?
La junta médica que el viernes vio las fotografías y todo el trabajo realizado por Trezza comprobó que Matías no tiene golpes mortales. Lo que se ve son cuatro escoriaciones, que significan golpes que no pasan de la piel. Y además se ve un moretón debajo del ojo izquierdo. Ninguno de esos golpes pudo producir la muerte.
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Se dice que le pegaron un piedrazo y que le pegaron patadas en el piso.
Los forenses comprobaron que la escoriación más grande que tiene Matías es de un centímetro por dos y, como se ha dicho, es superficial. No hay golpes en las costillas y mucho menos una costilla rota. De manera que ni el piedrazo ni las supuestas patadas existieron y, por supuesto, no fueron mortales.
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¿No se le pudo haber escapado al forense la existencia de algún golpe?
Es muy difícil. Los especialistas consultados por este diario coinciden en que hay autopsias en que la causa de muerte es evidente. Por ejemplo, un señor llega con un puñal clavado en el pecho u orificios de cinco balas. En ese caso, la autopsia gira alrededor de esas heridas. Pero el caso de Matías requirió de un análisis pormenorizado porque el cuerpo no llegó con heridas, de manera que había que encontrar la razón de la muerte. En esas circunstancias se analiza con mucho detenimiento si existieron o no golpes. Trezza verificó que los golpes eran superficiales y así lo constató también la junta médica integrada también por los forenses de parte.
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El perito de la familia Bragagnolo dice que Matías puede haber muerto por una presa de cuello, o sea una compresión en el cuello. ¿Esa alternativa está descartada?
No, para nada. Las presas de cuello, que consisten en agarrar a una persona del cuello, desde atrás, con el brazo, es una técnica que, por ejemplo, fue utilizada por algún efectivo de la Policía Federal cuando desalojaron a los trabajadores que cortaban las vías del subte hace diez días. Un apretón de ese tipo, en determinadas personas que vienen con una debilidad, inhibe la llegada de sangre al cerebro y produce una fibrilación ventricular, que lleva a la muerte. Es posible que haya también un edema cerebral que permitió que Matías sobreviviera unos minutos de vida. Uno de los grandes problemas es que la presa de cuello no deja rastros, porque no es una soga que queda marcada en el cuello, sino que el brazo actúa casi como un colchón.
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¿Cuánta responsabilidad le cabría al policía en ese caso?
Por de pronto, habría que ver los testimonios acerca de si el policía efectivamente le hizo la presa de cuello a Matías o si fue otro. Por ahora, el secreto de sumario impide saberlo, pero según parece sólo el policía pudo haberlo hecho. ¿Tuvo intención de estrangular a Matías? Obviamente no. De manera que sería un homicidio preterintencional, o sea alguien que actuó contra el físico de otra persona, pero sin un instrumento –como un cuchillo o una pistola– “que razonablemente pudiera ocasionar la muerte”, según dice el Código Penal. La pena va de tres a seis años de prisión y es excarcelable. Más allá de esto, el policía está cuestionado por haber abandonado el lugar sin darle ayuda a la víctima.
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En ese caso, ¿cómo puede ser que Matías se haya muerto de la presa de cuello y no les ocurra lo mismo a diario a quienes practican yudo o karate?
Es obvio que Matías tenía una debilidad, tanto si su muerte se produjo por la presa de cuello como si fue por un accidente cardíaco de otra naturaleza. Esas debilidades pueden venir de algún mal congénito que tenía y que era desconocido para él y su familia. Ocurre muchísimas veces, incluso con deportistas, que mueren por la llamada muerte súbita. Pero, además, Matías fue sometido a un alto nivel de adrenalina por la pelea y la persecución posterior y todavía falta saber qué niveles de alcohol y energizantes tenía en la sangre. El kiosquero que lo atendió esa noche testimonió ante algunos medios que en esa madrugada Matías llevaba una lata de cerveza en la mano y, además, es lógico que si estaban en una fiesta y bajaron a comprar más alcohol, parece cantado que ya habían consumido antes. Estas conclusiones saldrán del análisis toxicológico.
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¿Los forenses han hablado de muerte natural?
No. Aun si Matías tenía un problema congénito, las circunstancias de aquella noche, la pelea, la persecución de la (o las) patotas de jóvenes y la actuación del policía seguramente jugaron un papel decisivo. El problema es cómo se traduce eso en el terreno penal. Hay una parte de los jueces que sostienen que quien produce un hecho –en este caso, una patota o un policía– es responsable de todas las consecuencias. En ese caso, estaríamos ante un homicidio culposo, o sea un homicidio sin intención cuya pena va de los seis meses a los cinco años de prisión. Hay otros jueces, en cambio, que consideran que no se le puede achacar a alguien una consecuencia inesperada, imprevisible. Si el ataque hubiera sido con un arma, es lógico que un disparo pueda matar al agredido, pero una pelea o –en este caso– los pocos golpes propinados por la patota o el policía produjeron un resultado totalmente imprevisto y, por lo tanto, esa segunda corriente de jueces no les endilgaría la responsabilidad a los que participaron de los hechos esa noche. En ese caso no habría condena.
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¿Cuáles son los
próximos pasos?
En primer lugar, continúa el estudio de los órganos que se le sacaron a Matías durante la primera autopsia y, en especial, los tres más importantes: el corazón, los pulmones y el cerebro. Allí se buscarán las razones del edema del pulmón. También se hará en algún momento el examen toxicológico, que igualmente puede aportar datos de relevancia. Y, en principio, el miércoles próximo se hará la segunda autopsia, en la que se realizarán gran cantidad de radiografías, se hará una extracción de sangre para realizar un estudio de ADN, y aunque eso ya lo hizo Trezza en la primera autopsia, esta vez estarán presentes los peritos de parte. La idea es comparar ese ADN con eventuales rastros encontrados entre las uñas de Matías. Ello permitiría identificar en forma científica al joven que se peleó con Matías. Además, se tomarán más muestras de vello y cabello para realizar más análisis toxicológicos en búsqueda de alcohol o cualquier otra sustancia y se estudiarán con detenimiento la laringe y la tráquea para determinar si se produjo la opresión en el cuello.
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¿Qué sucede con la polémica sobre si se trató de un homicidio preterintencional, homicidio en riña u otro tipo de calificación?
Todo indica que la familia Bragagnolo intentará orientar las cosas a que éste fue un homicidio simple, que tiene una pena alta de 8 a 25 años de prisión. Sin embargo, parece obvio que hubo una pelea juvenil, a las dos de la mañana, y el resultado, sin intención, fue trágico. Por ahora, la autopsia es categórica en que no hubo un ataque masivo a golpes y piedrazos contra un chico que estaba indefenso en el piso. La cuestión de fondo está en la violencia entre los jóvenes, que en el 99 por ciento de los casos termina con moretones y esta vez, accidentalmente, terminó muy mal.
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