Domingo, 6 de mayo de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › ARRANCA MAÑANA LA MARCHA DE LOS CHICOS DEL PUEBLO
Unos 400 niños y adolescentes partirán desde Misiones y recorrerán cinco provincias, hasta llegar a la Plaza de Mayo. Reclaman que no haya “ni un pibe menos” por la pobreza.
Por Adrián Figueroa Díaz
“Con ternura venceremos”, dicen los Chicos del Pueblo. Esas palabras, escritas en una bandera multicolor, volverán a resonar en la cuarta marcha nacional que el movimiento integrado por más de 300 organizaciones sociales de toda la Argentina comenzará mañana en Puerto Iguazú, Misiones. Durante doce días recorrerán 4600 kilómetros de paisajes y realidades hasta llegar a Plaza de Mayo. Marcharán por cinco provincias para denunciar que “El hambre es un crimen” y exigir que no haya “ni un pibe menos” a causa de la pobreza. Serán alrededor de 400 y estarán acompañados por los educadores populares que día a día construyen con ellos una realidad distintas en los barrios más inhóspitos “de un país hecho de pan” en el que “la mitad de los niños menores de 18 años son pobres”.
“El hambre avanza sobre nuestros pequeños que titilan en algún rincón del desamparo. El país se desangra en niños”, denuncia el texto que el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo publicó para esta nueva convocatoria y que está firmado por su coordinador, Alberto Morlachetti.
Uno de los ejemplos de esta realidad se vive en Corrientes, donde “el 44,9 por ciento de la población infantil está desnutrida”, según el reciente estudio Desnutrición y patologías permanentes, de la Universidad del Nordeste (ver aparte). Denuncias como éstas se dieron a conocer desde la primera marcha del movimiento, en 2001, cuando desde La Quiaca, Jujuy, hasta Buenos Aires, los chicos comenzaron a caminar “para atravesar la conciencia nacional”, de la mano del recordado cura Carlos Cajade.
La segunda fue en 2002 y salió desde donde partirá la próxima, Misiones. Por entonces, los pibes revelaron que el 80 por ciento de los chicos está por debajo de la línea de pobreza. Y la tercera fue en 2005, cuando caminaron desde Tucumán hasta Buenos Aires.
Ninguno marcha sin saber por qué. “Vamos por los derechos de todos los chicos”, dice “Lin” (de “lindo”), que se llama Damián Vega. “Y los derechos son tener una casa digna, zapatillas, heladera, baño, colchones y todo eso que hace falta para vivir bien”, completa Tamara Valenzuela. Los dos tienen 11 años y son miembros de Chicos del Sur, una organización de Fiorito, Lomas de Zamora.
Sentados en ronda, en el patio-canchita de tierra, le explicaron a Página/12 por qué la consigna es “El hambre es un crimen”.
“Porque está planificado”, comienza Gonzalo, el más grandecito. Pero el que grafica es Nahuel Vélez: “Porque los de arriba se llevan todo y no reparten. Algunos empresarios cobran dos mil y algo, y los que trabajan en changuitas ganan ciento y algo. Y eso no puede ser”, argumenta con el rostro más serio de sus candorosos 11 años.
“Claaaro –aporta Tatiana Stiessel, de 10–, el que trabaja mucho gana poco, y el que trabaja poco gana mucho. Al menos en el barrio es así.”
Las respuestas son fruto de sus propias vivencias y de las que día a día comparten con Estela Rojas y Mario Espínola, que están al frente de los quince educadores populares que preparan el almuerzo de esos pibes, además de enseñarles a leer y escribir, a bailar, jugar y construir entre todos una realidad diferente.
Esas experiencias cotidianas serán compartidas en la convivencia de la marcha con chicos de varios puntos del país. Un pedacito de esa experiencia suele reflejarse en el texto que –como todos los años– surge luego de varias reuniones, discusiones y consensos, y que al final se lee en Plaza de Mayo.
A esas reflexiones las acompañarán las propuestas. Básicamente, la creación de un seguro universal por cada chico menor de 18 años, para todos los trabajadores, independientemente de su condición laboral, una bandera que desde hace varios años levanta la CTA, de la que es parte el Movimiento de los Chicos del Pueblo, y cuyos dirigentes estarán durante todo el recorrido.
De hecho, los pibes saben también que el reclamo no sólo es por ellos. “También vamos a pedir por los adultos, para que tengan un trabajo digno así vivimos mejor”, aclara Tatiana.
“Ah, también marchamos para que a los chicos no los agarre la desnutrición”, sorprende Cristian, de 12, el más calladito de todos.
–¿Y conocen algunos casos?
–Yo sí –se apresura Tamara levantando la mano–, conozco uno en el pasillo donde vive mi tía; el chico es así (encoge los hombros), todo flaquiiito.
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