“Yo soy budista. Consumo responsablemente. Soy dueño de mi cuerpo.” Así intentaba explicarse un detenido por la policía en el “procedimiento de prevención” a unos metros del encuentro por el Día Mundial por la Legalización del Cannabis en los bosques de Palermo. No hubo caso: fue preso junto a media docena de desprevenidos. Medio millar de personas se juntaron en los alrededores del Planetario Galileo Galilei para bregar por un cambio de conciencia sobre las libertades individuales, mientras por lo menos una treintena de uniformados hacía una fila intermitente por la avenida Sarmiento para detener a quienes se acercaban al lugar. Hubo quince detenidos.

Desde las 14, mientras la lluvia amenazaba, la concentración bajo la carpa de la revista THC –que informa sobre la cultura cannábica– estaba extremadamente bien cubierta: dos móviles de Crónica TV, uno de Canal 26, un puñado de cronistas estelares (Martín Ciccioli, Pablo Granados, María Julia Oliván). Además de la revista, convocaban La Mano, Pulpot, K.Yapure, Somos Nosotros, la radio de reggae Jamming, la casa temática Mundo Rasta, la casa de Natural-Rasta, dedicados a realizar dreadlocks, y también la gente de ARDA, Asociación de Reducción de Daños de la Argentina. La convocatoria forma parte de la Global Marihuana March –también llamada Marcha del Millón de Porros– que se celebró ayer en todo el mundo y que incluyó por lo menos 179 ciudades de 39 países.

La marca de ayer quedó lejos del millón. Porque así como en el Quilmes Rock nadie puede tomar cerveza, aquí nadie anduvo fumando marihuana: había medios y sobre todo abrumadora cobertura policial con decenas de perros.

Para alegría de los cronistas de Impacto Chiche, nadie tenía problema en decir lo que pensaba. “A mí me relaja. Me pone en mi lugar”, decía Martín, atiborrado de piercings, y un aro del tamaño de un dedal incrustado en una oreja. “Uno se siente bien, se pone en foco”, decía otro rastamán. El músico Orge estaba furioso con la policía, pero entendió rápidamente que las cámaras podían ayudar y les “dio” la nota.

Esta convocatoria sucede apenas días después de que la Cámara Federal sobreseyó a una mujer que tenía marihuana para consumir como analgésico. Andrés Rolando, que tiene una casa de dreadlocks (“la primera en América latina”) es cultor del rastafarismo y apoya orgánicamente la legalización. “Cada vez tenemos más clientes”, contó Chelo de Mundo Rasta, una casa pionera en Argentina que vende artefactos para el consumo. Sebastián Basalo, director de THC, dijo que la batalla cultural se está ganando: “Fuimos sobreseídos en una causa por supuesta ‘apología’, sobre una denuncia que nos hizo la Asociación Antidrogas de la República Argentina”, una buena jurisprudencia que legaliza la publicación. THC (que significa tetrahidrocannabinol, el principio activo de la planta de marihuana) ya va por el número tres, tiene una tirada de 20 mil ejemplares y hasta ahora siempre se agotó. “Ante la ausencia de propuestas desde el ámbito legislativo, se espera que alguna causa judicial llegue a la Corte Suprema de Justicia”, comentaba a Página/12 Basalo, hablando de las cientos de causas abiertas por consumo de marihuana.

¿La legalización es piantavotos? Guillermo Cherashny, candidato a jefe de Gobierno porteño por la agrupación Consenso Porteño, puso el pecho en el lugar para defender el encuentro: “Creemos que el consumo es una decisión individual”, le decía a cuanta cámara se le acercara a preguntarle por su presencia, que algunos seguían sin entender. “Somos la derecha cool”, decía Cherashny, destacando que ningún otro candidato se hizo presente.

El que peor la pasó fue un sanjuanino menor de edad, que iba al Planetario y al que la policía le encontró una tuca (colilla) para compartir entre amigos. “Mi vieja me mata”, decía, ante las cámaras que lo rodearon rápidamente y parecían querer defenderlo.