Viernes, 25 de julio de 2008 | Hoy
Desde hace varios años, distintos países les han otorgado a los hijos de probeta, gestados con esperma, óvulos o embriones donados, el derecho a saber quién es su padre o madre biológicos. Suecia en 1984, Austria en 1992, el estado de Victoria en Australia en 1995, Holanda en 2004 e Inglaterra en 2006, han seguido ese camino. En cambio, Noruega y España han legislado a favor del secreto y el anonimato. Estela Chardon, fundadora de Concebir, Grupo de Apoyo para Parejas con Trastornos en la Reproducción, es partidaria de la verdad. Ella y su marido tienen dos hijas de 9 y 13 años, gestadas a partir de óvulos donados. “Ellas lo saben. Creo que hay que transmitírselos con naturalidad, sin esconder nada”, cuenta a este diario Chardon. El profesor Ken Daniels, del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Canterbury en Christchurch, en Nueva Zelanda, viene hace tiempo promoviendo que se conformen familias ampliadas con los donantes, los receptores y los hijos gestados en probeta.
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