Viernes, 25 de julio de 2008 | Hoy
EL PAíS › SERGIO MASSA JURO COMO JEFE DE GABINETE Y LA PRESIDENTA LO RECIBIO CON UNA BROMA
Frente a un Salón Blanco desbordante, Cristina Fernández de Kirchner le tomó juramento por “Dios, la Patria y estos Santos Evangelios” al hombre que reemplaza a Alberto Fernández. Después de cinco años y dos meses en el cargo, Fernández disputó el aplausómetro.
Por Martín Piqué
La Presidenta se acercó y le susurró algo al oído. Todo sin perder la sonrisa, pero sobre todo sin que las cámaras y los micrófonos pudieran captar el sonido que había salido de sus labios. “Tenés treinta segundos para arrepentirte”, fue el comentario que sólo llegó a escuchar su destinatario, el nuevo jefe de Gabinete Sergio Massa. Después de esa ironía apenas audible que luego fue revelada por el flamante funcionario, la Presidenta leyó el texto del decreto 1200/08. Terminó la lectura con una pregunta, la fórmula de la jura que había elegido su ministro más joven. “Por Dios, la Patria y estos Santos Evangelios”, preguntó la mandataria y Massa aceptó el cargo a voz en cuello; luego bajó el volumen y murmuró “gracias”. Entonces llegó el momento de los aplausos. A diferencia de otras juras, en las que sólo se aplaudía al ingresante, ayer hubo dos aplausos que compitieron en duración y sonoridad. El primero acompañó al saludo entre la Presidenta y su jefe de Gabinete apenas asumido, el segundo resonó cuando Massa se abrazó con Alberto Fernández. No podía ser menos. Era la despedida del funcionario más cercano a los Kirchner, hombre clave y miembro infaltable de la mesa chica.
La llegada de Massa a la Casa Rosada para aceptar el cargo más importante del Gabinete estuvo cargada de suspenso, cierto dramatismo y un aire a final de época. Su ingreso en Balcarce 50 significaba el alejamiento del hombre más influyente del kirchnerismo durante cinco años y medio, el virtual número tres. Massa entró por la explanada de la calle Rivadavia a las 17.25. En el vehículo lo acompañaban su esposa Malena Galmarini y sus hijos Milagros y Tomás. Antes del acto en el Salón Blanco, Massa pasó por la Jefatura de Gabinete. En el despacho se encontró con el gobernador Daniel Scioli y su vice, el titular de la Cámara de Senadores bonaerense, Alberto Balestrini. En la oficina contigua estaba Alberto Fernández. El ya ex jefe de Gabinete había cruzado por última vez la puerta que comunicaba su oficina con el despacho presidencial. No trascendió el contenido del diálogo a solas con CFK. Eso sí, fue corto.
Tras la conversación breve con la Presidenta, Fernández salió del despacho de la mandataria y lo llamó a Massa. Entonces condujo a su sucesor como un guía lo hace con su discípulo. “Sé que te va a ir muy bien. Tenés todas las condiciones”, lo ensalzó. Massa agradeció y le pidió encontrarse en unos días para conversar a solas y hacer un balance que facilite la transición. Flanqueado por Fernández y también (dato no menor) por Scioli, Massa se presentó ante CFK para comenzar formalmente su primer día de trabajo. No era su primer contacto con las tareas de gobierno. El miércoles a la tarde había recibido un informe sobre la urgencia de la coyuntura: la reestatización de Aerolíneas. Había analizado el tema con el secretario de Transportes, Ricardo Jaime; el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el secretario legal y técnico, Carlos Zannini.
Media hora más tarde, anuncio del locutor mediante, la Presidenta apareció en el Salón Blanco. Con ella entraron el presidente provisional del Senado, José Pampuro, más los dos jefes de Gabinete, el entrante y el saliente. CFK se ubicó en el medio del estrado, bajo el enorme escudo nacional y el busto con la figura de la República; Alberto Fernández eligió permanecer a la derecha de la Presidenta. La mayoría de los ministros estaba en la otra punta del salón. En la primera fila de asientos de ese sector se lo veía a De Vido, el archirrival. Su permanencia en el Gobierno implicaba una desautorización a las recientes declaraciones de Fernández, que había intentado acelerar una drástica renovación de equipos. Cuando terminó el acto, los funcionarios albertistas hacían bromas sobre el poder que tendrían (o dejarían de tener) tras el alejamiento de su referente político.
Al lado de De Vido estaban Za-nnini, el jefe de la Secretaría de Inteligencia Héctor Icazuriaga, el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, el secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli, y el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández. No se lo vio allí, tampoco en otra parte del salón, al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Cuando terminó la jura, Massa dijo que no se había dado cuenta de la ausencia de Moreno. “Me acabo de enterar”, aseguró a los periodistas. En ese contacto con la prensa posterior a la jura, Massa escuchó preguntas sobre los funcionarios más cuestionados en los medios. Le consultaron que había sentido al dar una conferencia de prensa con Jaime en su primer día de gestión. Massa se excusó con una sonrisa y recordó que recién había asumido. “No me hagan prejuzgar sin fundamento.”
En el salón había una presencia numerosa de familiares y amigos del recién llegado. Se habían ubicado a la derecha de CFK, cerca de Fernández y Pampuro. Aparte de su esposa e hijos, allí se sentó el suegro de Massa, Fernando “Pato” Galmarini, hombre incondicional de Eduardo Duhalde. También su cuñado, Sebastián Galmarini, presidente del PJ de San Isidro y candidato derrotado por el radical K Gustavo Posse en las últimas elecciones. Entre los invitados especiales estaban también los rugbiers Nicolás y Juan Fernández Miranda, parientes de los Galmarini. El primero es secretario de Deportes del municipio de Tigre. Cuando todo terminó y tras haber dado su primera conferencia de prensa (anunció el envío al Congreso de la reestatización de Aerolíneas), Massa apareció en una sala contigua para saludar a los más allegados.
Era un pequeño grupo que lo había esperado sin hacer caso a los custodios, que empezaban a apagar las luces. Estaban los intendentes Luis Acuña (Hurlingham), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Pablo Bruera (La Plata) y el secretario general de la gobernación bonaerense, José “Pepe” Scioli. “Cuidame a Tigre”, le encargó Massa al hermano del gobernador. Scioli le contestó con una broma sobre una probable candidatura de Juanchi Zabaleta, un dirigente del peronismo de Morón al que Massa nombró como gerente coordinador de la Anses. En su primera jornada como jefe de Gabinete, Massa mostró mucha sintonía con los dos Scioli y reafirmó su pertenencia al peronismo bonaerense.
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