Desde Villa Gesell

Comienzan su actuación formales, casi serios, rindiéndole homenaje a Luis Alberto Spinetta, con una versión roquerita de Seguir viviendo sin tu amor. Después de elevar la vista y una especie de plegaria para el autor de Que ves el cielo, el dúo Medio Rejunte –son dos durante el verano y tres o cuatro el resto del año– comienza su show a pura chacarera, la mayoría de su autoría. Arrancan siempre con una introducción roquera, al estilo ACDC –bueno, un poco menos–, a cargo de Daniel “El Pulpo” Schiano, y después vienen las explicaciones y el canto, por Leandro Garrandés. Con estilo futbolero, Leandro empuña una guitarra criolla, canta y se define a sí mismo como “un delantero con buena pegada”. Más modesto, lejos de la gloria que suele acompañar a los goleadores, El Pulpo le pega a la guitarra eléctrica y es el encargado de custodiar los tres palos y atajar penales. Durante su performance son acompañados por una extraña y misteriosa mujer que llega con piloto y paraguas, baila toda la noche y termina quitándose la ropa, menos los pantalones y la remera blanca que dice en el pecho: Medio Rejunte. La “bailarina solitaria”, como la llaman, resulta ser una amiga del dúo que suma risas al show.

A las 22 y a las 23, todos los días de enero, sobre la peatonal 3, los Medio Rejunte vienen haciendo su espectáculo a la gorra desde hace ya 12 años. Afirman ahora que éste es su último verano en Gesell como artistas callejeros, pero como dicen tantas cosas, nadie les cree demasiado. El Pulpo Schiano es un porteño famoso en Gesell porque fue integrante del grupo humorístico musical Los Ote, que supo ser telonero de muchas y conocidas bandas de rock. Para dar muestras de su amplio conocimiento musical, los artistas revelan cómo el primer guitarrista de Deep Purple, Ritchie Blackmore, compuso chacareras, en el más riguroso secreto, con el santiagueño Julio Argentino Jerez.

Uno de los grandes hits de los Medio Rejunte es “La Chacaflogger”, dedicada a un “sobrino flogger” de Garrandés. En su primer estrofa presenta al personaje: “Ya se fue a comprar la notebook / pidió Speedy pa’ internet / se armó un fotolog copado / un gran flogger quiere ser”. Los integrantes del dúo visten ropa fluorescente de color naranja, como si estuvieran trabajando de noche en una ruta, porque ante todo son “unos laburantes de la música”. Al show lo cierran con una canción testimonial en la que llaman a la unidad latinoamericana y al rechazo de la política de los Estados Unidos. Hay lugar en la letra para criticar a Sarmiento y a Mitre por la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, y le sugieren a los pueblos latinoamericanos que se retoben “si libres quieren vivir”.

Además de la extraña “bailarina solitaria” y de Juan, un comedido que saltó a la pista para bailar chacareras, el show tuvo la lujosa intervención de una parejita de jóvenes, de una peña de la localidad bonaerense de Moreno, que dieron lecciones de danza nativa. Cientos de personas rodean cada actuación de los Medio Rejunte, que además de pasar la gorra, venden a la módica suma de 20 pesos un disco con 12 canciones, en las cuales se sumó como intérprete Hernán Harros, en percusión y pandereta. En la cancha, Harros es “volante de contención”. La performance del dúo que sale a la cancha callejera de Gesell fue saludada con una ovación, algo incentivada por los artistas apelando a recursos poco convencionales, entre ellos la amenaza de volver a pasar la gorra.

Como cierre, una pareja joven, con sus dos hijos, Juana e Iñaki, se acercaron para saludarlos y agradecerles que difundan la música folklórica: “Mis dos hijos, que nunca habían escuchado chacareras, ahora las cantan y bailan”, dijo el padre de los chicos. Y aseguró que conoce a los artistas “de las calles de Gesell” desde hace 12 años.