Domingo, 12 de noviembre de 2006 | Hoy
“Nuestros hijos murieron no porque lo decidiera el destino, sino por la negligente e ineficaz seguridad vial.
“Nada nos devolverá sus vidas, pero podemos evitar que ocurra nuevamente. Otros hijos nuestros y muchos hijos de padres y madres que desconocemos viajarán por nuestras rutas, algunas de las cuales trágicamente las llamamos ‘de la muerte’, sin otra acción que la de esperar un nuevo accidente. No queremos ver subir a un bus a nuestros hijos y tener que pensar si ésta será también nuestra despedida.
“Pedimos a ‘los representantes del pueblo’ de ambas cámaras legislativas una preocupación seria y diligente por la seguridad en nuestras rutas. No somos especialistas (a ellos les tocará el estudio de las mejores medidas). Nosotros somos víctimas de las medidas que no se han tomado.
“Pedimos una ley integral de seguridad vial que contemple los controles de los choferes de buses y camiones, sus horas de descanso, la posibilidad de que los camiones no transiten de noche, la prohibición de venta de bebidas alcohólicas a los choferes, los controles reales y eficaces de alcoholemia, que la policía que está en las garitas de peajes no sólo controle y custodie la caja de las empresas, sino que tenga la posibilidad de control y detención de conductores y vehículos en malas condiciones.
“Pedimos al Poder Ejecutivo un eficaz control por intermedio de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, de las leyes vigentes o aquellas por sancionarse, a fin que las leyes no sean solamente cumplimiento ante los reclamos de la sociedad. Y al ministerio que corresponda, el llamado urgente a licitación a fin de que las rutas –concesionadas o no– cumplan con las necesidades mínimas ante el aumento del parque automotor, y de tráfico internacional, siendo de dos carriles por mano, y con banquinas adecuadas.
“Pedimos al Poder Judicial la sanción sistemática de quienes no cumplen con las leyes vigentes o por sancionarse, a fin de no seguir viendo en cámaras ocultas transportistas que evaden los pocos controles con una moneda; o de los empresarios que exigen un ritmo inhumano para los conductores.
Pretendemos que Nunca Más los padres tengamos que esperar con angustia el llamado de nuestros hijos informándonos que “llegaron bien”, lo que debería ser habitual y cotidiano, y que todos los poderes de la República trabajen seria y responsablemente para evitar todo aquello que no es fruto del azar sino de la imprudencia o la irresponsabilidad.”
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