Un aborto quirúrgico en España cuesta alrededor de 350 euros –unos 1500 pesos– si se hace antes de las 12 semanas y de 450 a 500 euros –entre 2000 y 2200 pesos– más allá de ese plazo. También es legal el uso de la píldora francesa abortiva conocida como RU-486. Con este método el precio promedio ronda los 420 euros. En algunas comunidades autónomas, como la andaluza, el Estado cubre el total de la intervención. En otras, hay convenios de reintegro o es el mismo hospital el que paga la prestación en una clínica privada. Hay casos extremos, como el de la Comunidad de Navarra, cuna del Opus Dei, donde no hay clínicas privadas ni hospitales públicos que practiquen IVE y las mujeres deben desplazarse a otras comunidades para acceder al servicio.

Por mes, en Ginegranada, la clínica del médico argentino Bernardo Acuña, se practican alrededor de doscientas IVE, una cifra similar que en la otra clínica de su propiedad que funciona en Almería, a 170 kilómetros de Granada, dentro de la misma Comunidad de Andalucía, sobre el Mediterráneo. En el diario El País pueden leerse diariamente las publicidades de tres centros médicos que practican IVE en Madrid: una de ellas, Isadora, realiza abortos después de las 13 semanas y hasta la 22ª. Ese centro médico está ubicado en una antigua casona reciclada, en la esquina de las calles Pirineo y Francisco de Diego, frente a un parque y a pocos metros de un convento de monjas. En el hall de entrada hay una gigantografía de Isadora Duncan, la gran bailarina estadounidense, madre soltera, mujer transgresora, cuyo nombre lleva la clínica. Además de abortos, atención ginecológica y obstétrica, también realizan cirugías plásticas. La trabajadora social Empar Pineda, una veterana militante feminista, cuenta que los sábados son los días donde se concentran más cantidad de atenciones por aborto: pueden llegar a realizarse más de cuarenta IVE. El resto de los días, entre lunes y viernes, se hacen una veintena de intervenciones. El 28 de diciembre del año pasado, miembros de una organización “provida” atacaron la clínica a pedradas y rompieron varios vidrios. Además, dejaron pintadas en letras amarillas con las palabras “aborto” y “asesinatos”. Empar muestra las fotografías que registraron la agresión. Y en su escritorio atesora las piedras, de unos diez centímetros de diámetro, estampadas contra las ventanas. Pero “son hechos aislados”, destaca Empar.