Domingo, 10 de julio de 2016 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
A cinco semanas del episodio de arritmia, la salud de Maurizio Macrì comienza a ser considerada como un ingrediente a tomar en cuenta en las especulaciones políticas. El viernes 3 de junio, Macrì sintió palpitaciones, pero no obstante, continuó con la agenda prevista, que incluía un encuentro con varios periodistas seleccionados para que explicaran por qué el suyo no es el gobierno de los ricos. Como al concluir esa conversación el malestar no cedía, los médicos dispusieron una internación preventiva, durante la cual se le suministró medicación antiarrítmica. Contra lo que sugiere la práctica médica habitual en esos casos, no pasó la noche en la Clínica Olivos sino que, una vez normalizado el ritmo cardiaco, se le permitió regresar a su residencia. Esta conducta sólo se explicaría si se tratara de un cuadro habitual en el presidente y no de una primera manifestación. Desde entonces, la Unidad Médica Presidencial no ha cesado de incorporar nuevos miembros. Dirigen el equipo Simón Mario Salzberg y Andrés Nicolás Atamañuk. Luego se sumaron Laura Edith Grynberg, Diego Andrés Hoffmann y Juan Pablo Ortiz Frágola. Y por último fueron designados Ramiro Santos, Christian Adrián Caroli y Ernesto Pelusso. Todos ellos son cardiólogos, lo cual ha dado lugar a una reflexión que se repite en las oficinas más próximas a la presidencia: Macrì resiste con dificultad las tensiones del cargo y tanto él cuanto su familia han comenzado a pensar que más allá de las contingencias políticas y electorales estaría bueno ir preparándose para un cambio de vida.
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