En poco menos de dos meses comprobaremos si las penas son de nosotros y las medallas son ajenas; o si, por el contrario, Argentina puede fundir el deseo con la realidad en los próximos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro. ¿Cuál es esa módica pretensión? Ascender del séptimo al quinto puesto en el continente. Para saber desde dónde partimos y hacia dónde vamos, el diagnóstico lo debe hacer un especialista. Y si ese especialista es Osvaldo Arsenio, un profesional respetado por su trayectoria, mucho mejor. Con 42 años de experiencia como nadador, entrenador, docente y funcionario, el actual director nacional técnico deportivo y hombre clave en la estructura que acompaña la labor de Claudio Morresi como secretario de Estado tiene mucho para interpretar y contar.

–¿Con qué posibilidades competirá Argentina en los Juegos Panamericanos a partir del 13 de julio?

–Estamos en un segundo nivel de países, donde podríamos acercarnos a México, que tiene una gran inversión en el deporte, y hay dos rivales directos más que son Venezuela y Colombia. Estados Unidos está claramente un escalón por encima de todos y luego, con cierta paridad, se ubican Cuba, Brasil y Canadá para los primeros cuatro lugares, que son inamovibles. Nuestro secreto consistirá en cuánto hayamos mejorado en los deportes individuales. Porque venimos de una caída sostenida en disciplinas básicas como atletismo, natación y gimnasia, más los deportes de combate y las pesas. Sin embargo, en algunas de ellas vamos revirtiendo el declive.

–Arthur Nuzman, el dirigente brasileño que preside el Comité Organizador de los Juegos, sostuvo que Argentina se presentará con un equipo de alto nivel. ¿Es cierto?

–En la mayoría de los deportes será así. Aunque hay una cantidad en la que no podemos asegurarlo, sobre todo en los profesionales. Evidentemente es difícil contar con los mejores en el básquetbol o también en el tenis. Tal vez allí tengamos jugadores que no sean demostrativos de nuestro verdadero potencial. Y eso, en la producción final, puede ser un problema.

–¿Cuántos atletas argentinos viajarán a Río?

–Todavía no se conformó la delegación, pero el número podría ser 450. Yo calculo que, en comparación con los últimos Juegos de Santo Domingo, llevaremos entre 50 y 80 deportistas más.

–¿En qué disciplinas hay posibilidades de obtener medallas, en cuáles se notarán progresos y en qué otras el objetivo sólo pasará por competir?

–Es lógico suponer que vamos a ganar medallas en el hockey, en el tiro, el remo, las canoas. El handball se va a cruzar con Brasil por la clasificación a los Juegos Olímpicos y tiene cierta posibilidad, y habrá que ver los planteles que se forman en el fútbol y el básquetbol. La natación, paradójicamente, está mejor que cuando se hicieron los Juegos del 2003. El atletismo también. Pero el problema es que los Juegos de Río de Janeiro serán mucho más competitivos. La gimnasia es un deporte en el que podemos esperar progresos más allá de que obtenga medallas. Y por ejemplo, vamos a experimentar en lucha, donde el entrenador nacional va a ser un cubano, preparador de medallistas olímpicos y campeones mundiales. Ese es un espacio en desarrollo y éste no es el tiempo para que se vean resultados.

–¿Es cierto que estos Juegos Panamericanos van a tener estándares olímpicos, tanto por la infraestructura como por el nivel de competición?

–El gasto que hizo Brasil fue impresionante. Superó los mil millones de dólares. Pero también hay una realidad insoslayable. En los Juegos de Santo Domingo no había una potencia deportiva detrás. Brasil está claro que lo es y esto implica que habrá muchas más dificultades competitivas. Porque apuestan a un tercer lugar detrás de Estados Unidos y de Cuba, superando a Canadá, e incluso acercándose a los cubanos.

–¿Qué objetivo se trazó la Secretaría de Deporte para los Panamericanos?

–Nosotros obtuvimos 16 medallas de oro en los anteriores y pienso que lo ideal sería mostrar avances en los deportes individuales como el atletismo, la natación y la gimnasia. Si se produjera esto, será una satisfacción para la secretaría y particularmente para mí. Un país que carezca de actuación destacada en los deportes básicos, aun cuando haya sido dos veces campeón mundial de fútbol, no es un modelo a seguir. Resulta incomprensible que acá tengamos más jugadoras de hockey que nadadores o atletas. En el mundo eso no existe.

–De cualquier modo, en el atletismo o en la natación hay varios deportistas que están en condiciones de asegurar medallas.

–Hoy y, después de 40 años, no es descabellado decir que tenemos tres integrantes del equipo de atletismo que podrían ser finalistas olímpicos. Germán Chiaraviglio en salto con garrocha, Jorge Balliengo en lanzamiento de disco y Jennifer Dahlgreen en martillo. Y hay otros que están en condiciones de alcanzar un podio en el nivel panamericano. Esto no sucedía hace mucho tiempo. Como también es claro el momento de la natación, con un hombre y una mujer (José Meolans y Georgina Bardach), cinco posibilidades más y tres o cuatro en ascenso. En la gimnasia pasa otro tanto.

–Para el fútbol y el tenis los Juegos Panamericanos son una competencia de tercer orden, como para el atletismo y la natación son todo lo contrario. ¿Es posible revertir esta concepción que deviene de las diferencias entre nuestros deportes profesionales y amateurs?

–Seguro, aunque si bien todas las medallas suman, aun en los Juegos Olímpicos prima ese pensamiento. Para el fútbol, está claro, no tienen demasiada importancia. En el futuro van a ser muy importantes para todos los deportes y de hecho ya lo son para el básquetbol. La primera potencia, Estados Unidos, dio un paso adelante y no manda más a equipos universitarios para ver qué pasa. Los Juegos van a continuar marcando los ciclos en el futuro.