El 8 de mayo pasado, casi un mes antes de que comenzara el Mundial de Alemania, Julio Grondona se cruzó con Alfio Basile en el programa Tres en el fondo, que se emite los lunes a la noche por canal 7. El presidente de la AFA, en lo que pareció una frase de cortesía o, en el mejor de los casos, una expresión de deseos, le confió al técnico ante las cámaras de televisión, que tendría en el futuro su segunda oportunidad en el seleccionado. Ese comentario parecía descabellado para el momento, porque las ilusiones depositadas en el plantel de José Pekerman permanecían intactas y lo mejor estaba por venir. Al menos, hasta el partido contra México.

Dos meses y medio después, el dirigente precipitó aquella promesa y le ofreció el cargo de entrenador cuando el sexto puesto en Alemania ya era un molesto recuerdo. Basile aceptó y aquel comentario ante los periodistas Julio Ricardo, Cherquis Bialo y Marcelo Araujo cobró inusitada vigencia.

Cuando el 30 de junio y los días siguientes, la desazón invadía cada rincón de la Argentina, el nombre del técnico ni siquiera era citado entre los candidatos a la sucesión. Se mencionaban desde Diego Maradona a Carlos Bianchi, pasando por el autoproclamado Carlos Bilardo y otros colegas entre quienes el Coco, si aparecía, pagaba una fortuna en cualquier apuesta.

Finalmente, Basile cambió la ropa deportiva azul y amarilla de Boca que fabrica Nike por otra celeste y blanca de Adidas que le entregó la AFA. Cómo estará el técnico de distendido y feliz, que refiriéndose a la vestimenta de la selección, dijo que le combinaba con el color de los ojos (¿?).