Domingo, 23 de abril de 2006 | Hoy
ECONOMíA › CRITICAS DE FELISA MICELI EN LA ASAMBLEA DEL FONDO
Durante años, los ministros de Economía argentinos iban a la asamblea del FMI a convencer a sus autoridades de entregar un nuevo préstamo al país. En sus discursos tenían que esforzarse para explicar por qué las medidas recomendadas por el organismo no habían dado los resultados esperados y hacían toda clase de promesas de profundizar el rumbo. El último que pasó por esa situación fue Domingo Cavallo. Ayer a Felisa Miceli le tocó exponer bajo otro contexto. Al hablar ante el comité más importante del organismo, recordó los gigantescos pagos que hizo la Argentina al Fondo luego del estallido de la crisis y defendió la política contra la inflación. Y se permitió sugerir que “el Fondo debe ser parte de la solución, no del problema”.
Miceli concedió, de todos modos, que el superávit fiscal argentino es “impresionante”. “Más allá de entregar un impresionante superávit primario, el Gobierno también está promoviendo acuerdos de precios y sueldos para mantener las expectativas inflacionarias dentro de límites razonables”, explicó Miceli en su primer discurso ante los 24 gobernadores del Fondo, en el Comité Financiero y Monetario Internacional, el más importante de todos. La titular del Palacio de Hacienda habló en representación de varios países de América latina: Uruguay, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú.
“Pese a que algunos analistas entendieron mal esta política (de acuerdos), lograr consenso es especialmente importante en Argentina, donde algunos mercados de bienes y servicios todavía no son muy competitivos y donde siguen presentes los recuerdos pasados de inestabilidad”, agregó. Fue una respuesta a los cuestionamientos del FMI, que anteayer expresó sus reparos por los convenios con distintos sectores empresarios como estrategia para frenar la inflación. De todos modos, la ministra también indicó que “es cierto que hay otras políticas que se están siguiendo para reducir la inflación”, como la de un fuerte superávit fiscal y una política monetaria “prudente”.
El FMI se defendió anteayer de las críticas del Gobierno recordando que el superávit actual es mucho más alto del que pedía el organismo para llegar a un acuerdo. Sobre este punto, Miceli sostuvo que el superávit fiscal consolidado (de la Nación y las provincias) fue cercano al 5 por ciento durante 2004 y 2005. Ciertamente, el FMI pedía el 4.
“El Gobierno está muy consciente de que unas tasas de inflación demasiado altas pueden obstaculizar el crecimiento y en consecuencia está determinado a mantener la inflación bajo control”, indicó. La estrategia incluye, insistió, “políticas de disciplina fiscal y monetaria”.
Más allá de explicar la situación de la economía argentina y la de los otros países de la región (cada uno le entregó su discurso para que lo leyera), la ministra hizo una evaluación de la economía internacional. En ese marco, arremetió contra el FMI por haber “aconsejado una mayor flexibilidad laboral antes de tomar en cuenta si se cumplen las normas laborales internacionales”. Lo dijo en alusión a China, pero también como referencia a las presiones flexibilizadoras de los ’90. Sobre este punto, la ministra señaló que “en lugar de ser parte del problema, me gustaría que el Fondo sea parte de la solución”. “El FMI y el Banco Mundial deberían tener políticas laborales que maximicen la creación de empleo, al tiempo que respeten los derechos de los trabajadores a tener ingresos coherentes con el nivel de productividad”, concluyó.
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