Las expectativas de inflación para marzo que había a comienzos de mes la situaban como mucho en el 1 por ciento (con fuerte incidencia de educación e indumentaria), pero el panorama pareció complicarse desde hace diez días por el alza en el precio del ganado en pie que se traslado a la carne. Cabe tener en cuenta que dada la ponderación de la carne vacuna en la canasta oficial (4,5 por ciento), un aumento generalizado del 10 por ciento agregaría por si sólo casi medio punto al índice y destrozaría los pronósticos que había.

Sin embargo, de acuerdo con el informe difundido por Deuco (Defensa de Usuarios y Consumidores), hay dos situaciones: “Mientras en las carnicerías y supermercados de barrio se disparó un incremento generalizado”, las grandes cadenas de supermercados “respetan los precios máximos en los doce cortes”, si bien cobran precios exorbitantes por los cortes caros que no están enmarcados en el acuerdo de precios; el kilo de lomo de ternera, por ejemplo, llegó a cobrarse en un hipermercado a 27 pesos.

Según esa asociación, los comercios chicos “se ven obligados a trasladar los incrementos del ganado en pie en forma inmediata porque carecen de stock y de la capacidad económica de las grandes cadenas”. Un dato importante es que, según Deuco, las carnicerías y supermercados barriales abastecen el 85 por ciento del consumo. Pero si las marcadas diferencias de precios en los cortes populares que hay ahora no desaparecen, cabe preguntarse cuánto tardará el público en cambiar de proveedor y cuántos comercios de pequeña escala no podrán subsistir.