Viernes, 4 de septiembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › EN LA CONMEMORACION DEL 70º ANIVERSARIO DEL FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Xi Jinping presidió el desfile de más de 12.000 soldados, acompañados de tanques, lanzamisiles móviles y ojivas nucleares. Anunció un recorte de 300.000 soldados de los 2,3 millones del Ejército de Liberación del Pueblo.
Por Jamie Fullerton *
Desde Beijing
Era una especie de contradicción la que se veía en China: expresiones de paz mientras se soltaban miles de palomas al cielo en medio de una demostración asombrosa de poderío militar. El presidente chino, Xi Jinping, vestido con un traje Mao, era flanqueado por su homólogo ruso, Vladimir Putin, mientras presidía un desfile de más de 12.000 soldados, acompañados de tanques, lanzamisiles móviles y ojivas nucleares para conmemorar los 70 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
El presidente sorprendió a algunos observadores al declarar que habría un recorte de 300.000 soldados de los 2,3 millones que forman el Ejército de Liberación del Pueblo. En línea con gran parte de la retórica del desfile del Día de la Victoria, retratado como el que marca la derrota del Japón Imperial en 1945, se refirió en varias ocasiones a la “agresión japonesa”.
“La guerra es como un espejo”, dijo Xi desde la parte superior de la Puerta de Tiananmen de Beijing, flanqueado por los líderes chinos del pasado y presente, junto con dignatarios extranjeros antes que comenzara el show del metal y el músculo. “Mirándolo nos ayuda a apreciar mejor el valor de la paz. Hoy en día, la paz y el desarrollo se han convertido en la tendencia predominante, pero el mundo está lejos de ser tranquilo. La guerra es la espada de Damocles que aún cuelga sobre la humanidad. Debemos aprender las lecciones de la historia, y dedicarnos a la paz.”
Xi, desde el capote de su limusina, mientras pasaba por delante de miles de soldados reunidos, declaró repetidamente para ellos, “Camaradas, ustedes han trabajado duro”. Las respuestas llegaron al unísono: “Hola líder. Servimos al pueblo”.
Entre los presentes también estaba el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, y el presidente de Sudán, Omar Hassan al-Bashir, quien es buscado por la Corte Penal Internacional.
En el desfile la emergente potencia asiática enseñó armamento que hasta ayer no había visto la luz pública (más del 80 por ciento del mostrado ayer es nuevo), e íntegramente fabricado en China, cuando en décadas pasadas el país dependía en gran medida de importaciones rusas.
Surcaron los cielos de Beijing, habitualmente cerrados a cualquier tráfico aéreo, numerosos aviones de la fuerza aérea, entre los que se destacó el bombardero H-6K, nunca antes mostrado en público y capaz de llevar a cabo ataques con armas nucleares.
China también enseñó sus avances en aviones Awacs con sistemas de alerta temprana (aviones dotados de radar para detectar cazas enemigos en el aire), sus nuevos cazas J-15 para su uso desde portaaviones.
Minutos después que las ojivas nucleares rodaran por la Plaza de Tiananmen, 70.000 palomas blancas fueron liberadas, seguidas a los cielos por miles de globos de colores.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
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