Domingo, 10 de junio de 2007 | Hoy
El allanamiento de la casa del hermano de Lula por tráfico de influencias desató una operación mediática en contra del presidente.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
La Policía Federal comenzó a allanar la casa de Genival da Silva, en San Bernardo do Campo, cordón industrial paulista, a las 6 de la mañana del lunes pasado, cuando su hermano, Luiz Inácio, iniciaba una visita como jefe de Estado a la India. La Operación Jaque Mate, así bautizada por los investigadores policiales, desató un escándalo que acompañó al presidente durante la gira que continuó en Alemania, donde participó de la cumbre del Grupo de los Ocho países más desarrollados del mundo, a la que asistió como representante de las economías emergentes.
Según grabaciones realizadas con autorización judicial, Genival da Silva, alias “Vavá”, vendía influencias de dudosa calidad por mil y dos mil dólares, precios irrisorios si se los coteja con los honorarios de los lobbistas que actúan en el mercado brasileño. Entre los sobornados figura Nilton César Servo, uno de los capos de la banda que controlaba casas de bingo y máquinas tragamonedas, ilegales, en el oeste y sur del país.
Servo es uno de los 79 detenidos entre lunes y martes pasado, en acciones relámpago ejecutadas en seis estados, en las que también fue arrestado Darío Morelli, compadre de Lula da Silva. Ciro Gomes, líder del Partido Socialista Brasileño, aliado al gobierno, insinuó que la Operación Jaque Mate antes que dar un golpe al crimen organizado buscó poner en “jaque al rey”, esto es: al propio presidente Lula. Similar interpretación hizo el diputado Devanir Ribeiro, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), al mencionar las intrigas de poder existentes entre los principales comisarios por la sucesión del actual titular de la Policía Federal, Paulo Lacerda, curiosamente confirmado en el cargo por el ministro de Justicia, Tarso Genro, horas después del procesamiento de Genival “Vavá” da Silva.
No es la primera vez que estalla una bomba política en ausencia de Lula. El 30 de marzo pasado, cuando el mandatario volaba hacia Wa-shington, los controladores de vuelo paralizaron los principales aeropuertos, lo que dio paso a la peor crisis militar en más de cuatro años de gobierno petista. Miembros del PT recordaron que tres días antes de las elecciones presidenciales del año pasado un comisario de la Federal entregó a la TV Globo una fotografía, vedada por el secreto de sumario, con mazos de cientos de miles de reales incautados a miembros de ese partido envueltos en un chantaje.
Para el coordinador de prensa de la campaña presidencial, Giancarlo Summa, esas imágenes filtradas ilegalmente y divulgadas por Globo impidieron la victoria de Lula en primera vuelta. En rigor, la Policía Federal se comporta como un Estado dentro del Estado, situación factual que podría ser institucionalizada si se aprueba un proyecto de ley por el cual conquistaría absoluta autonomía ante el gobierno, una aspiración antigua que creció con la llegada al poder del PT, partido visto con poca simpatía en la corporación.
Entre las 617 grabaciones de la Operación Jaque Mate, que pese al secreto de sumario fueron reproducidas ayer parcialmente por la prensa, hay un diálogo que puede poner en aprietos a Lula. La cinta registraría la indignación presidencial con los desmanes de Vavá: un presunto emisario de Lula fue captado mientras advierte al hermano presidencial que “hay una bronca bárbara (contigo)... Lula quiere que vayas allá (Brasilia) esta noche... (dicen) que estás presentando a una persona en los ministerios”. Aunque la policía informó que Lula no tiene ningún nexo con los ilícitos de su hermano, el audio, de pobre calidad, sería un indicio de que el presidente estaba al tanto de las averiguaciones policiales de antemano, hipótesis sobre la que ya trabaja el senador opositor Arthur Virgilio, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), que prometió llevar el tema al Senado.
Genival da Silva es uno de los 22 hermanos y hermanastros de Lula, quien al saber de su procesamiento lo definió como una persona muy querida y afectuosa, pese a lo cual no descartó la posibilidad de que haya incurrido en algún ilícito. Quizás el mandatario pondría las manos en el fuego por Frei Chico, el mayor de sus hermanos, ex militante del Partido Comunista, quien lo iniciara en la militancia en la periferia de San Pablo cuatro décadas atrás. Ocurre que Chico, indiferente a las ventajas emanadas del Palacio del Planalto, dedicó los últimos años a disputar en la Justicia una indemnización por la prisión que sufrió durante la dictadura.
Vavá da Silva, en cambio, parece proclive a sacar provecho del prestigio presidencial. En 2005 fue señalado como presunto traficante de influencias entre una empresa y la estatal petrolera Petrobras, y el año pasado fue citado en el Congreso por sus posibles maniobras a favor de dueños de bingos. Germano da Silva, hermanastro de Lula, de quien está distanciado, dijo la semana pasada, al saber del procesamiento de Vavá da Silva, que su procesamiento no lo sorprendió y que jamás pondría las manos en el fuego por él.
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