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“Argentina no es fácil de explicar”, asegura Marta Lagos, la directora ejecutiva de Latinobarómetro. Se ataja ante los ceños fruncidos que provoca su presentación del informe anual de opinión pública regional, organizada en Buenos Aires por la Universidad Nacional de San Martín. Según los resultados de más de 200 mil encuestas en América latina, la Argentina es el país que cuanto más descontento está más confía en la democracia. Además, es uno de los países que menos confía en las instituciones estatales, pero uno de los que quieren más presencia del Estado; quiere más y mejores servicios públicos, pero se destaca por su evasión fiscal.

Según los números de la Argentina, la mayoría de las personas cree que los sectores más importantes de la economía deberían estar en manos del Estado. El 90 por ciento desea que las jubilaciones estén bajo control estatal, una cifra que seguramente va a generar una sonrisa en la Casa Rosada. El país también se destaca por ser el que tiene la peor percepción de la Justicia, especialmente de los jueces, y de los medios de comunicación. Sólo uno de cada dos argentinos dice confiar en diarios, la televisión y la radio. La desconfianza supera la frontera. Según el estudio, apenas un 32 por ciento tiene una buena opinión de Estados Unidos, muy por debajo del promedio regional de 58 por ciento.

El trabajo rescata no sólo las contradicciones argentinas, sino las de toda la región. La ONG chilena realizó encuestas en toda América del Sur, Centroamérica y parte del Caribe –Cuba fue excluida porque el gobierno demandaba supervisión estatal– en septiembre pasado y los resultados son que es la región más feliz del mundo, pero también la más desconfiada. Excepto Bolivia, Brasil y Panamá, en todos los países las dos preocupaciones que priman a nivel nacional son la creciente delincuencia y el desempleo. Eso sí, cuando a los latinoamericanos les preguntan cuál es el mayor problema para su vida personal o familiar, la respuesta es unánime: las preocupaciones económicas.

Pero la conclusión más importante para la expositora es que finalmente la democracia ha echado raíces profundas en América latina. “Es un valor que se defiende, aun en medio de una crisis como la que estamos viviendo”, destaca la consultora chilena, ante un pequeño auditorio que incluye a funcionarios, académicos y miembros de la sociedad civil.