Los resultados en Capital, Santa Fe y Córdoba reanimaron a la oposición, que los leyó como un vaticinio que debería confirmarse hoy y convertirse en estampida dentro de dos meses. Sin embargo, para repetir allí sus resultados de 2007, cuando llegó a la presidencia en primera vuelta con más del 46 por ciento de los votos, CFK no necesita más que 23 por ciento en la Ciudad Autónoma y Córdoba y 35 por ciento en Santa Fe. Esos porcentajes parecen bien accesibles. Más que una dificultad electoral para Cristina, esos distritos plantean el problema de la arquitectura política de ahora en adelante, ya que por distintas razones, en ninguno de ellos el kirchnerismo ha podido construir una fuerza propia, que sea al mismo tiempo relevante y confiable. No parece ser cuestión táctica, sino estructural. En el Litoral, Agustín Rossi acordó mantenerse dentro del PJ, para no restarle posibilidades de triunfo, a cambio del compromiso de los otros sectores de apoyar a Cristina. Pero tanto Carlos Reutemann como Jorge Obeid lo abandonaron incluso en la elección provincial. En Córdoba, aun sin acuerdo expreso, el kirchnerismo no presentó lista propia el domingo pasado, pero el vencedor José De la Sota decidió equiparar en sus preferencias a Cristina con Duhalde y Alberto Rodríguez Saá. Pese a que en todos hay fuerte incidencia de las clases medias, presentan panoramas muy distintos que requieren respuestas específicas para cada uno. Si Cristina es reelecta, debería encarar la cuestión sin demoras, porque allí está la diferencia entre una victoria cómoda y otra arrasadora, con las obvias consecuencias de cada alternativa para la gobernabilidad.

(1) Nicolás Arceo, Mariana González y Eduardo Basualdo: Salario, Costo Laboral e Inflación, Cifra, julio 2011.