Jueves, 30 de noviembre de 2006 | Hoy
Los asambleístas de Gualeguaychú discutieron en la asamblea de anoche la sorpresiva decisión de Uruguay. Le pedirán al Gobierno que presente una queja.
Como acostumbrados. Como aquel ritual que repiten cada noche para discutir si vuelven a quedarse un día más en la ruta. Así recibieron los asambleístas de Gualeguaychú la buena nueva del gobierno uruguayo. La posibilidad de militarizar los alrededores de la planta de papel que se construye en Fray Bentos no los inquietó. Tampoco provocó ningún tipo de anuncio desmedido. Sólo la declaración, a las nueve de la noche, en una nueva asamblea en la ruta, de que nada va a cambiar: “Los uruguayos tratan de aparecer como las víctimas, cuando en realidad los que acá estamos en riesgo somos nosotros”, explicó José Pauler a este diario.
“Esta es una cortina de humo como la mayoría de las cosas que se dicen”, vuelve a decir Pauler, uno de los vecinos que con el ida y vuelta de las marchas se pasa el día entre la ruta y su negocio, una pizzería en el centro de Gualeguaychú. A esta altura, también él es uno de los referentes de los vecinos. Cada noche, en la asamblea coordina con otro compañero los turnos entre quienes se muestran dispuestos a hablar. “Lo que yo digo siempre es que el corte no es la causa del problema –agrega–, sino que la causa real es la contaminación. Ahora los uruguayos tratan de venir con eso de que son un país chico, para dar lástima. Y lo hacen en base a declaraciones de alguno de los asambleístas que habló a título personal. ¿Porque usted sabe que la Asamblea no toma ninguna decisión sin que todo el mundo la vote?”
Los vecinos de Entre Ríos no saben a ciencia cierta qué fue lo que disparó la decisión de Tabaré Vázquez, dispuesto a militarizar los alrededores de la planta de Botnia. Sin embargo, sospechan o especulan con algunas hipótesis. Uno de ellas es aquella idea de Pauler, convencido de que todo el proyecto uruguayo empezó después de escuchar la intervención de un asambleísta en un programa de televisión de Buenos Aires.
“Sí –dijo anoche De Angeli–. Yo lo dije así: si un día hace falta, porque se ponen en marcha las papeleras, no vaya a ser que se nos ocurra a los 60 mil que somos cruzar el puente, porque sin duda vamos a pasar.” Y eso que dijo al aire quedó dicho así, con más o menos representación de los vecinos. Uruguay se lo tomó al pie de la letra. “Ellos nos están provocando –agregó De Angeli ayer–, y nosotros no queremos entrar en el juego.”
A la noche, la decisión de Uruguay se debatió en la asamblea, esa instancia que se repite cada 24 horas y alrededor de las nueve de la noche para evaluar el trabajo del día y proyectar próximos movimientos. “Creo que nosotros tenemos que pedirle al gobierno argentino que presente una queja formal contra los uruguayos”, dijo un vecino. “Por ley, ningún gobierno puede tener a su ejército o a sus fuerzas de seguridad haciendo operativos cerca de la frontera si el otro gobierno –agregó– no lo autoriza.”
Sin más información que las puras especulaciones que se repetían a esa hora, los debates repasaron algunos aspectos pendientes de la marcha a Buenos Aires programada para el próximo 12 de diciembre. Un rabino de la Capital les propuso una adhesión. La asamblea sometió la presencia a discusión.
En la ruta, en tanto, todo seguía como hasta ahora, tal vez con más desesperación. Una empresa de trasporte local llamada el Nuevo Expreso acaba de poner un colectivo a disposición. Los dueños les dejaron las llaves. Ahora, si llueve los vecinos tienen dónde protegerse.
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