Viernes, 25 de abril de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › VECINOS ENFRENTADOS CON FAMILIARES DE LAS VICTIMAS POR EL CIERRE DE LA CALLE MITRE EN EL BARRIO DE ONCE
Mientras los jueces hacían una inspección ocular en el escenario de la tragedia, un grupo de vecinos y comerciantes de Once reclamó a los familiares de las víctimas que accedan a la apertura de Bartolomé Mitre, donde hay un santuario en memoria de los muertos. Hubo gritos, empujones y hasta algún golpe.
Las puertas de República Cromañón volvieron a abrirse ayer, sin público y sin bandas sobre los restos del escenario. Sólo entraron los jueces del tribunal porteño que llevará el juicio oral por la tragedia y los abogados de las partes. Algunos sobrevivientes y familiares de víctimas los acompañaron, pero se quedaron afuera y recorrieron el santuario popular que se levantó por “los pibes de Cromañón”. El recuerdo se interrumpió por la llegada de un reducido grupo de vecinos y comerciantes del barrio de Once que reclamaron que se habilitara la calle Bartolomé Mitre al 3000, donde está buena parte de las ofrendas y regalos para los chicos. El cruce entre los vecinos y los familiares incluyó insultos y empujones.
La inspección ocular en Cromañón se realizó por la proximidad del juicio oral en la causa principal, por “estrago doloso seguido de muerte”, contra el dueño del boliche, Omar Chabán, los integrantes del grupo Callejeros y su mano derecha, Raúl Villareal. Los magistrados y abogados de parte participaron del recorrido por el galpón donde funcionó el boliche, para así tener más presentes, a la hora del debate judicial, dónde estaban los baños, las escaleras y el escenario.
Afuera, un grupo de comerciantes y vecinos aprovechó la presencia de los familiares para reclamar que cedan en su negativa a reabrir la calle Bartolomé Mitre, que entre el 3000 y el 3100 permanece cerrada desde diciembre de 2004, cuando ocurrió la tragedia. “Yo fui el malo del día”, admitió el portero Miguel Angel Suánez a Página/12, desde el zaguán de un edificio de Jean Jaurès, entre Bartolomé Mitre y Rivadavia. Fue uno de los que reclamaron y sus motivos fueron: “Primero, que el tránsito que ahora se acumula por Jean Jaurès provoca ruidos, puede hacer que las paredes se agrieten por el peso de los vehículos; segundo, que el barrio se volvió más peligroso porque hay una cuadra inutilizada, y tercero, no se puede acceder a pie a la plaza Miserere, la avenida Pueyrredón y más allá”, enumeró Suánez.
El cierre de Mitre se tradujo en cambios de recorrido para líneas de colectivos, automovilistas y peatones, pero los familiares se negaron a que se reabra esa arteria, ya que consideran que “se puede perder tiempo en un colectivo, pero nosotros perdimos a nuestros hijos, amigos o hermanos”. “Lo que se vaya a hacer con Bartolomé Mitre responderá a los tiempos de nuestros afectos”, sostuvo la madre de una de las víctimas.
Los incidentes no pasaron a mayores, pero se escucharon gritos cruzados y se vieron algunos empujones. Mientras tanto, dentro del boliche, los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 24 porteño encabezaban el grupo en el reconocimiento al local bailable. En el juicio oral y público pronto a realizarse, los testigos, la fiscalía, la querella y los imputados harán ineludiblemente referencia a zonas internas del local que, por lo tanto, todos deberán tener presentes en sus ubicaciones y dimensiones. Lo único que los frena es la imposibilidad de hallar una sala judicial amplia.
Según dijeron ante Página/12, los comerciantes de la calle Ecuador, que también cruza Mitre, pero en la esquina de Miserere, no se vieron perjudicados por el cierre. Los que sí se quejaron son los de Jean Jaurès, que esgrimieron las mismas razones que Suánez. “Esta calle es la vergüenza nacional y por eso no se va a abrir”, aseguraron ayer los familiares.
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