Como estaba previsto, bajo el gobierno ultraneoliberal del italiano cavalieri Silvio Berlusconi y la presión del Vaticano, el Senado oficialista dio media sanción a un proyecto de ley que transforma al Estado en propietario de los últimos deseos de sus individuos, esto es, que las personas que se encuentren en estado vegetativo no podrán ser desconectadas de su alimentación o hidratación artificial, sin importar que el paciente mismo haya dejado por escrito su deseo de morir sin sufrimiento. La decisión última quedará en manos del médico, para quien el deseo del paciente no será vinculante. El proyecto fue votado por 150 votos a favor, 123 en contra y 3 abstenciones. Ahora deberá ser votado por Diputados. El proyecto fue presentado hace un año, pero fue modificado y acelerado luego de la muerte de Eluana Englaro. La sesión derivó en airadas protestas y escándalos al pie del Parlamento.

El debate sobre el testamento vital (así se llama el proyecto) en el Senado italiano se desarrolló en medio de una turbulenta sesión y sonoras protestas de la oposición. El proyecto aprobado por 150 votos (menos del total de votos del oficialismo) cuenta con una enmienda de último momento, presentada por la Unión de Democristianos de Centro (UDC), que determina que la declaración firmada por los pacientes con su voluntad no será vinculante para los médicos, es decir, serán los profesionales quienes tengan la última responsabilidad. Para colmo, la decisión de los médicos está condicionada porque el proyecto también establece que en ningún caso se podrá decidir suspender ni la hidratación ni la alimentación.

La senadora opositora del PD Anna Finocchiaro dijo antes de dar su voto de rechazo a la propuesta de la coalición gobernante Pueblo de la Libertad (PDL) que “este proyecto de ley está fundado en la traición y en palabras engañosas. El título del proyecto de ley habla de disposiciones en materia de declaraciones de voluntad anticipadas y por eso se ha hecho creer a los italianos que quien exprese su propia voluntad será respetado. Pero no es así”. Según Finocchiaro, “la traición llegará en el momento de mayor debilidad para el paciente, cuando ya no tenga ocasión de decir no o decir sí. A los italianos les explicaron (en la propuesta oficialista) que ésta era una ley para poder escribir su propio testamento vital, pero ahora les dicen que por el contrario ellos no cuentan para nada”.

El proyecto de ley sobre el testamento vital, que inició su trámite parlamentario hace más de un año, prevé precisamente que no se pueda privar de alimentación e hidratación a un paciente. También prohíbe “cualquier forma de ensañamiento terapéutico, que someta al enfermo a tratamientos inútiles, desproporcionados o arriesgados”. Y regula cómo debe ser el testamento vital, que tendrá que ser firmado por un médico, depositado ante un escribano, con una validez de tres años.

En una entrevista publicada por el diario italiano La Stampa, el padre de Eluana, Giuseppe Englaro, definió al proyecto de ley de testamento vital como “una barbarie” con la que el Estado se equipara a Dios. “Con un testamento debo tener la posibilidad de especificar bien mis elecciones, nadie puede decidir por mí, ni siquiera el Estado”, dijo Englaro.

El padre de la joven lideró una batalla judicial de más de diez años para conseguir que la Justicia italiana lo autorizara a la desconexión de la sonda que mantenía con vida a su hija Eluana desde 1992, cuando quedó en estado de coma vegetativo tras sufrir un accidente de auto.