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Chicas y chicos de los colegios secundarios porteños “toman como principal fuente de información a sus pares”, con lo que manejan “información sesgada por sus experiencias previas, que no siempre han sido exitosas, y que por lo tanto terminan confundiendo aún más a los jóvenes”. Esa desinformación, que es producto de la formación sexual deficiente recibida por parte de sus docentes, incide en el incremento de los casos de violencia sexual entre los adolescentes. Así lo afirmó el informe “La información y la formación sexual en relación con la conducta sexual violenta en adolescentes”, elaborado por la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Kennedy, que señaló entre sus conclusiones la necesidad de que se aplique en todos los niveles y de manera cabal la Ley de Educación Sexual Integral.

El estudio fue realizado a partir de entrevistas individuales y grupales realizadas a mil adolescentes porteños de entre 13 y 19 años entre noviembre de 2015 y abril de este año, para “analizar si existe alguna relación entre la información sexual recibidas (...) y la conducta sexual violenta”. Las conclusiones indicaron que la hipótesis no estaba equivocada, porque, como indicó el investigador Marcelo Della Mora, que coordinó la investigación, la cantidad de casos de violencia sexual entre adolescentes podría “reducirse si se difundiese más información y se les facilitase un mayor acceso a educación sexual integral dentro de las propuestas educativas”.

“Los jóvenes critican la actitud de los docentes a la hora de tomarlos como referentes para despejar interrogantes relacionados con la sexualidad, ya que perciben que no están preparados para dar respuestas”, señaló el informe. Las falencias, en ocasiones, llegan al punto de que “Los establecimientos educativos convocan a algún/a médico/a local para que imparta una charla meramente informativa, pero ello no alcanza”.

“Resulta sorprendente la manera en que los adultos les transmiten sus rudimentarios conocimientos” a chicas y chicos. “Estas falencias se deben a tabúes todavía existentes en nuestra sociedad (...) se traduce en falta de confianza y seguridad” para que los jóvenes realicen consultas.

El estudio advierte que “las conductas sexuales violentas son mayoritariamente, aunque no exclusivamente, masculinas”, y que pueden vehicularse tanto en lo físico como en la palabra. “En varios relatos encontramos conductas sexuales abusivas y situaciones de violencia en la adolescencia; son historias de vida en las que se reiteran abandonos y humillaciones que dan cuenta vinculaciones con potenciales conductas abusivas”, añade, además. Uno de los testimonios recolectados también señaló la presencia cotidiana de la violencia: “se ve como algo divertido agredirnos entre nosotros”, más allá de las relaciones de noviazgo.