SOCIEDAD › OPINION

El tribunal

 Por Arcadi Espada *

Hay una posibilidad tremenda: el que pierda la batalla mediática será declarado culpable en el caso de Madeleine McCann, la pequeña que desapareció, presuntamente el 3 de mayo, de un apartamento en el Algarve. Los culpables sólo pueden ser la policía portuguesa o los padres de la niña. Estos últimos por haber engañado a la humanidad. La policía por haber levantado la sospecha de que unos padres, por activa o por pasiva, han asesinado a su hija. Este siniestro pulso se puede resolver, obviamente, por una culminación feliz del trabajo policial, que incluyera la localización de Madeleine o de su cadáver, o la confesión de los responsables. Pero quizá no suceda nada de eso. Hay muchos niños y adultos desaparecidos en el mundo, ni vivos ni muertos. Hay muchos crímenes sin resolver. Hay muchos sospechosos que en sus comunidades respectivas son señalados con todos los dedos, menos con el decisivo de una justicia que no ha conseguido reunir todas las pruebas. Si el cuerpo de Madeleine no aparece, la vida de los McCann dependerá de que una parte mayoritaria del mundo los crea. El crédito de la policía y del sistema judicial portugués depende de lo mismo. Pocas veces la metáfora del tribunal mediático resultó más lenguaje recto. Una de las condiciones del crimen perfecto es la imposibilidad de que el criminal aparezca como sospechoso. Y qué duda cabe que los medios pueden contribuir muy eficazmente a ese ocultamiento. También los medios pueden conseguir que las pruebas policiales resulten más convincente de lo que son en realidad. Incluso para los propios policías que las construyen: en cuanto una tesis se pone a cuatro columnas se convierte en síntesis.

La policía portuguesa cree que los padres de Madeleine están implicados en su desaparición y que la campaña mediática que emprendieron fue la pantalla de su crimen. La filtración parcial y confusa de alguna de sus conclusiones es el intento de respuesta a esa campaña. Pero también un indicio de que no pueden demostrar, por el momento, todas sus convicciones. Sabe que hoy no ganaría en los tribunales; pero es probable que repugne a esas convicciones (y hasta un grado insoportable) los millones de lágrimas y euros del Find Madeleine. Con independencia de quien acabe venciendo, el castigo que la policía ha propinado a los McCann ya es irrevocable, y se supone que lo habrá tenido en cuenta. Si se demuestra que los McCann engañaron, las consecuencias tampoco van a ser pequeñas: repercutirá gravemente en el crédito del sistema de notificación, crédito y disfrute de noticias, es decir, en el sistema político. El cuerpo de Madeleine en el maletero del coche de sus padres es algo más (poco más, pero algo más) de lo que el sistema podría soportar.

* Escritor y periodista español. Su último libro es Ebro/Orbe. Publicado con la autorización del autor.

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