Domingo, 24 de agosto de 2008 | Hoy
16:45 › CEREMONIA DE CIERRE
La ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos de Beijing superaron cualquier expectativa y si bien la llama olímpica ya no brilla sobre la capital china, los ecos de la fiesta del deporte que organizaron serán recordados por ahora como la mejor de la historia.
Después de la ceremonia de apertura de estos Juegos Olímpicos, de la que habló y seguirá hablando el mundo por mucho tiempo, nadie se hubiera imaginado que iba a suceder lo mismo con la de cierre. Y otra vez los chinos sorprendieron a todos.
Las puertas del imponente "Nido de Pájaros" se abrieron dos horas antes del comienzo de la ceremonia y ya al entrar al estadio, en ese momento semivacío, se podía palpar lo que se vendría.
Primero comenzó el show con todo el color de China, con música pegadiza, la misma que se escuchó durante todos los Juegos, acompañados por un sistema de iluminación jamás visto, al igual que el sonido, que provocaban que todo fuera más espectacular.
Enseguida ingresaron los abanderados de cada delegación y no hubo un sólo argentino que no estuviera al borde de las lágrimas por la emoción cuando Juan Esteban Curuchet hizo flamear más alto que los demás el estandarte con los colores celeste y blanco.
Casi la misma emoción cuando esta verdadera gloria del deporte argentino se quedó con la medalla de oro, nada más ni nada menos que a los 43 años de edad.
En ese momento ingresaron al estadio los atletas de todos los países, para que ellos también vivan la fiesta de la ceremonia de cierre.
Luego llegó la hora de la premiación a los ganadores de la prueba madre de los Juegos Olímpicos, la maratón, que ganó el keniata Samuel Kamau Wansiru
Entonces llegó el tiempo de las palabras de rigor, pero a diferencia de otros tiempos, las mismas fueron emotivas y, por suerte para todos, pasaron rápido.
El primero en hablar fue Liu Qi, jefe del comité organizador (BOCOG) y del Partido Comunista chino, que le agradeció al COI y destacó la importancia que tuvieron para su país estos Juegos Olímpicos.
"Agradecemos la confianza de todos, pero por sobre todo la del Comité Olímpico Internacional", fue una de las frases más importante de Qi.
"Llegamos al fin de estos Juegos Olímpicos que fueron realmente excepcionales", le contestó el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge.
Luego de las palabras llegó el momento que todos imaginaban que sería el más triste de la noche, cuando se apagó la llama olímpica, el fuego sagrado de estos Juegos.
Pero no, los chinos lograron hacer de ese momento emotivo algo inolvidable y no por lo triste y sin apelar a ningún golpe bajo o de mal gusto.
El espectáculo que armaron para que la llama de a poco se fuera apagando fue sencillamente perfecta, asombrosa, y cualquier adjetivo calificativo más no podrá igualar lo que se vivió en el "Nido de Pájaros" en ese momento.
Cuando la llama se había extinguido llegó el momento formal de entrega de la bandera, algo que todos supusieron, sobre todo cuando ingresaron al medio del estadio los alcaldes de Londres, Boris Johnson, y el de Beijing, Guo Jinlong.
Mientras caminaban por una alfombra roja desde el centro de la cancha yendo para la mitad del estadio apareció por un costado un micro rojo, como los que se ven en Londres, que desde 27 de julio al 12 de agosto de 2012 será sede de los próximos Juegos Olímpicos.
Pero ese micro cuando llegó a un esquina que se había armado a un costado de la cancha, también en el medio, de golpe, como si fuera un "transformer" -era un 'bus' en serio- de juguete se convirtió en un escenario de rock, desde donde la guitarra de Jimmy Page, el legendario integrante de Led Zeppelin, otra vez hizo llorar a todos de la emoción.
La fiesta continuó con más música, sin que la fiesta se pare nunca y llegó otro de los momentos emotivos con uno de los tenores más reconocidos del mundo, Plácido Domingo, un reconocido amante de la Argentina.
Después de casi cuatro horas, porque la fiesta comenzó puntualmente a las 20 (de China), pero a las 18.50 se inició la "pre-ceremonia de cierre-, a las 22.14 en punto se anunció por potente sistema de audio del estadio que la fiesta había llegado a su fin.
Nadie se fue triste, porque las expectativas se colmaron en todos los sentidos y China se despidió de los Juegos Olímpicos a lo grande, como los abrió, con una fiesta inolvidable.
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