DEPORTES › ACIERTOS Y ERRORES DEL TECNICO DE LA SELECCION

“Y ya lo ve... y ya lo ve...es el estigma de José”

Las preguntas abiertas a propósito de los cambios tácticos frente a Alemania. El dilema de la eliminación con Lionel Messi en el banco. Y un llamado para que Pekerman revea su posición y siga al frente del equipo.

 Por Juan José Panno
Desde Alemania

Desde la noche del 30 de junio en Berlín y hasta vaya a saber cuándo, el nombre de José Pekerman quedará ligado al de Lionel Messi, o al revés. Cada vez que el pibe del Barcelona haga un gol, cada vez que la rompa, cada vez que se reciban en la Argentina informaciones sobre las brillantes actuaciones –que muy posiblemente cumplirá– serán muchos los que dirán textualmente “y pensar que Pekerman lo puso a Cruz”. Una cruz, eso, una pesada cruz será cargar con la decisión que tomó de dejar al pibe en el banco. Nadie podrá garantizar que con Messi en la cancha se escribía otra historia; nadie puede asegurar nada porque sobre el resbaladizo terreno de las hipótesis se pueden afirmar pocas cosas. Pero se perdió y sobre la chapa puesta se reflejan con demasiada intensidad los supuestos errores.

En la conferencia de prensa al final del partido el director técnico ensayó una explicación que dejó abiertos más interrogantes que antes. Dijo que se había gastado dos cambios inesperados (uno el del arquero; dos el de Riquelme, que estaba cansado, por Cambiasso) y que lo puso a Cruz porque sentía que Argentina estaba necesitando presencia en el área rival; que estaba generando juego, pero que no definía y recordó que en el partido contra Holanda, con Tevez y Messi en la cancha, no se había llegado a mucho.

Lo dicho, a la pregunta inicial se suman otras.

Cuando salió Riquelme, que en realidad no mostraba estar más cansado que los otros –aunque ciertamente no estaba jugando bien–, pudo haber metido a Aimar con lo cual se trasmitía un mensaje diferente a propios y extraños: vamos a defender con la pelota. Entonces, ¿por qué lo puso a Cambiasso y no Aimar? O bien, ¿qué necesidad de quemar apresuradamente un cambio?

¿No está escondiendo una parte de la verdad la explicación del entrenador? En la referencia a Cruz no se habló de lo que podía aportar defensivamente en los corners. Y ésa es una elección: llevar la polifuncionalidad al extremo de tener un jugador útil para cabecear en el área propia y para ir a pelear arriba o guardar un cambio para que en caso de empate y alargue se le pongan las fichas a Messi. Menotti siempre dijo que se había equivocado en el partido contra Holanda en el ’78 por no ponerlo a Daniel Killer en lugar de Galván cuando entró Naninga. ¿Fue eso lo que buscó? ¿Sumar un grandote más para que los alemanes no cabecearan?

En el partido contra México, desde estas mismas páginas se había elogiado la decisión de poner a Tevez y Messi frescos para el último tramo del partido, con lo cual se había contenido a los rivales. ¿La presencia de Messi en lugar de Crespo no hubiese frenado el ímpetu alemán?

Pekerman dice que Cruz garantizaba más presencia en el área rival, pero el cambio se hizo cuando Argentina todavía iba ganando 1 a 0 y en ese momento lo que se pretendía era aguantar. La realidad marcó después que se venían treinta minutos de alargue y la carta brava de Argentina, la que más temían los alemanes, no se podía jugar. No es que Cruz haya jugado mal, se tiró bien atrás, manejó criteriosamente la pelota, pero no pesó. La duda es recurrente: ¿con un livianito como Messi no pudo haber hecho un desparramo con los centrales grandotes, cansados como estaban? Nunca se sabrá.

Reculando, aguantando los centros (no hubo corners ni tiros libres de los rivales desde que entró Cruz) se pudo dar el 1 a 0 esperado. Más aún si Cruz hubiese ganado algún cabezazo vital en cualquiera de las dos áreas, se le hubiese elogiado al técnico el extraordinario acierto táctico o, en todo caso, las críticas hacia la decisión de guardarse a Messi se habrían reducido notablemente. El fútbol tiene estas cosas. Además los mejores suelen ser siempre los que no están y esto viene de lejos. Pekerman lo sabe muy bien.

También sabe Pekerman –acepte o no su error, haga o no autocríticas puntuales– que tiene que estar muy conforme con su trabajo. Argentina se fue del Mundial con tres victorias y dos empates superando la incertidumbre que se parecía a la desconfianza cuando encaró el campeonato y generando algunos pasajes relucientes, los mejores del torneo, hasta ahora. Y eso lo logró con un grupo de jugadores elegidos por un buen tipo, de perfil bajo, un serio laburante que mostró que tiene personalidad y que debería quedarse al frente de la Selección Nacional. Si revé su posición y se queda, podrá tener revancha y darle espacio al chico en futuras selecciones. Si se va, como anunció, cargará para siempre con el estigma de Berlín. Y cada vez que Messi la rompa alguien dirá: “y pensar que Pekerman...”.

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Jose Pekerman y el banco de suplentes con todo su potencial.
Imagen: EFE
 
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