Domingo, 1 de abril de 2007 | Hoy
Por Gustavo Veiga
La noche del jueves, en el Club Hípico de La Plata, Valerio Piccioni recibió un reconocimiento a su tarea que le tributó un grupo de familiares y amigos de los diecisiete jugadores desaparecidos de La Plata Rugby Club. El 20 de enero de este año, el periodista italiano había organizado un homenaje a la memoria de esos deportistas en Roma, al que denominó “L’Ovale del Cuore”, que no necesita traducción. La gratitud hacia él por ese gesto tomó forma de encuentro gracias a Raúl Barandiaran, que organizó una cena donde se juntaron por primera vez en muchos años las esposas, hermanos, hermanas e hijos de aquellos jóvenes que entregaron su vida a la militancia revolucionaria y que, no por ello, dejaban de jugar al rugby con tanta solidaridad como destreza.
Allí estuvo Diana Montequín, afectada por una doble tragedia: la desaparición de su esposo, Pablo Balut, y su hermano, Mariano Montequín, ambos compañeros de equipo en el club de Gonnet. A su lado se sentaron sus hijos, Ana y Pablo, junto a Verónica Sánchez Viamonte, la hija de Santiago Sánchez Viamonte, la figura de La Plata en los años ’70, y Diego, el hermano menor del crack que jugaba de medio scrum, apertura o insider. También concurrieron las hermanas de Hernán Roca –asesinado por la Triple A en abril del ’75–, Araceli y Marita, y Laura, la hermana de Otilio Pascua, el íntimo amigo del arquitecto Barandiaran.
Valerio dialogó con todos ellos, se sacó fotografías, entregó las camisetas del Ovale del Cuore, de un color tan amarillo como las de La Plata, y recibió una servilleta con dedicatorias muy sentidas. Al irse de allí, uno, ya de madrugada, como testigo privilegiado de esa comunión de sentimientos, se enorgulleció de haber sido invitado a ese espacio donde la memoria lució raíces tan vigorosas.
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