Domingo, 16 de septiembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › WASHINGTON DENUNCIA QUE SE FORMO UNA ALIANZA
Irán está en todos lados. Después de las numerosas acusaciones de la Casa Blanca sobre su supuesto apoyo a la insurgencia en Irak, la OTAN denunció ayer que Teherán estaría vendiendo armamento a los talibán. Según publicó ayer el diario The Washington Post, las fuerzas de la organización norteamericana-europea detuvieran la semana pasada un gran envío de armas destinadas a la insurgencia afgana. Entre el armamento se destacaban bombas antiblindaje, como las que tanto éxito han tenido destruyendo a los camiones y los tanques norteamericanos en Irak. Desde Teherán rechazaron las acusaciones y destacaron que mantienen buenas relaciones con el gobierno de Kabul.
Al anunciar el operativo, los comandantes de la OTAN recordaron que habían confiscado un contingente de armas similares en abril y mayo. En los dos casos habían descubierto dos pequeños envíos que supuestamente habían sido contrabandeados por la frontera sur de Afganistán, lindante con Irán. “No se trata de que sea cualitativamente diferente, pero esta vez se trató de una cantidad tan grande que llamó la atención de mucha gente,” confió un funcionario estadounidense al Post.
Los comandantes de la OTAN dejaron entrever que los iraníes estarían intentando cambiar sus rutas para evadirlos. Las armas incautadas la semana pasado no habían entrado por el sur como en las operaciones anteriores, sino por el oeste. La provincia de Farah, donde fue descubierto el arsenal, en una zona muy amplia y poco poblada. Como en las denuncias sobre el contrabando de armas a Irak, el régimen iraní negó cualquier apoyo militar o logístico a los talibán. “No tenemos ningún interés en desestabilizar Irak o Afganistán. Tenemos una buena relación de vecinos con los mandatarios de ambos estados. ¿Por qué le enviaríamos armas a la oposición?,” le dijo un funcionario iraní al diario norteamericano.
En los últimos meses, Washington reforzó las denuncias sobre el supuesto rol desestabilizador de Teherán en Irak, agregando su, también supuesto, apoyo a la insurgencia en Afganistán. En junio, el subsecretario de Estado para los Asuntos Políticos, Nicholas Burns declaró que tenían “evidencia irrefutable” sobre el apoyo militar de los Guardianes de la Revolución Islámica –el grupo de elite de Teherán– a los talibán. Más tarde, el secretario de Defensa Robert Gates sostuvo que tenían informes de inteligencia que demostraban que Irán sabía sobre los envíos de armas. “Dado las cantidades que estamos encontrando, es difícil pensar que están asociados a simples contrabandistas o al negocio del narcotráfico,” agregó el funcionario.
Pero desde el territorio, los militares no se animan a hacer conclusiones tan contundentes. El comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, el general estadounidense Dan K. McNeill, dijo recientemente que no tienen pruebas concretas para afirmar que el gobierno iraní está apoyando a los militantes talibán. Los jefes militares de la coalición internacional saben que esa hipótesis tiene varios problemas, entre ellos la vieja enemistad entre Teherán y el grupo afgano sunnita, a quien se le adjudica la muerte de varios diplomáticos iraníes.
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