Domingo, 28 de mayo de 2006 | Hoy
EL PAíS › QUE ENTIENDE EL GOBIERNO QUE ES ESO DE LA “PLURALIDAD”
En el fondo de la estrategia y de las propuestas está la idea de recrear el escenario político en un país donde los partidos están en quiebra. Un polo de centroizquierda que sume dirigentes –políticos, sociales, de entidades empresarias– generaría como reacción otro de centroderecha.
Por Martín Piqué
¿De qué habla el Gobierno cuando habla de “concertación”? La cuestión recorre al escenario político desde que Néstor Kirchner usó por primera vez ese término, hace dos semanas. Luego lo cambió por “pluralidad”. Pero la oposición no le dio ningún crédito a la propuesta. El último paso del Gobierno fue explicitar el criterio de admisión de esa convergencia. Ni Mauricio Macri, ni Ricardo López Murphy, ni Elisa Carrió ni Jorge Sobisch serán tenidos en cuenta, aunque es remoto que a ellos les interese la propuesta. ¿Qué es entonces lo que quiere hacer la Rosada? La respuesta llega primero por la negativa. “No queremos una Concertación a la chilena ni tampoco un Pacto de la Moncloa”, explica a Página/12 un funcionario de primera línea que habla muy seguido con Kirchner. “Lo que queremos, y a mí me lo dijo el Presidente, es reorganizar el mapa político con un ala de centroizquierda, con el peronismo adentro, y otra de centroderecha.”
La explicación no suena para nada nueva. La necesidad de producir una transformación profunda del sistema político para adecuarlo al europeo, donde coexisten un partido socialdemócrata y un partido conservador, ya es un clásico que pusieron de moda Chacho Alvarez, el sociólogo Juan Carlos Torre y el francés Alain Touraine, entre otros. Tampoco es nueva para el kirchnerismo. Pero el Presidente cree que tras el acto del 25 avanzó un paso en esa dirección. “Esto es muy importante, es histórico. Es un hito pera el peronismo haber recuperado los derechos humanos, porque los habíamos perdido. El peronismo tuvo una conducta vergonzante”, dijo Kirchner en su despacho después de terminar su discurso de tan solo 13 minutos. Lo escucharon diez personas, entre ellas su esposa, el jefe de Gabinete, varios gobernadores y algunos ministros.
Según contó a Página/12 el funcionario ya citado, Kirchner le otorgó mucha importancia a que sus únicas acompañantes en el palco, aparte de su mujer, hayan sido figuras del mundo de los derechos humanos como Estela Carlotto y Hebe de Bonafini. “Hay que sumar a todo el mundo pero dentro de nuestros parámetros. No podemos estar con los que dicen que reivindicar a los desaparecidos es un acto de venganza”, dijo Kirchner la semana pasada. Fue en la Rosada, delante del ministro de Gobierno bonaerense, Florencio Randazzo; el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. La idea de Kirchner es impulsar iniciativas que obliguen a toda la clase política a definirse ante dos posiciones, lo que se llama una divisoria de aguas. En ese marco se puede entender la cruzada del kirchnerismo para que el represor Luis Patti no fuera aceptado en el Congreso.
¿Cuáles son los parámetros que propone Kirchner? “Hay que definir quiénes están de un lado y quiénes están del otro. Y nuestros acuerdos básicos son: que Argentina se debe integrar al mundo a partir de nuestros intereses, el rechazo a la teoría de los dos demonios, y que aparte del crecimiento económico se busque la distribución de la riqueza”, enumera el funcionario citando palabras textuales del Presidente. A partir de estos requisitos, en el oficialismo aseguran que la mayor parte del peronismo, por convicción o pragmatismo, se alineó detrás de esas banderas. “Les guste o no, hay una tendencia hacia la conformación de dos polos: el centroizquierda, con columna vertebral en el peronismo, y el centroderecha que sigue dispersa”, subraya la fuente a puro fervor.
Si la descripción es acertada o sólo una expresión de deseos se podrá comprobar con el tiempo. Lo que sí queda claro es que la estrategia del oficialismo es, sencillamente, polarizar. El escenario deseado es simple. De un lado están los que defienden los intereses de los ganaderos, del otro quienes defienden el bolsillo de los consumidores. Y la búsqueda de aliados (o de incorporaciones individuales, `los cooptados’ dirían en la oposición) se define a partir de esa polarización. ¿Cómo pretenden ampliar la base del Gobierno? Sin repetir ni la receta chilena (donde la Democracia Cristiana y el Socialismo se unieron en bloque ante el peligrodel pinochetismo) ni tampoco por el acuerdo de dirigentes que se dio en España tras la muerte de Franco, el famoso “Pacto de la Moncloa”.
“En Chile los partidos políticos estaban fuertes y había una amenaza militar concreta. En España fue un acuerdo de cúpulas. Lo que nosotros buscamos es algo más amplio, representativo, porque los partidos no representan a los argentinos. Queremos acordar con cámaras empresariales, pequeños y medianos comerciantes, organizaciones no gubernamentales”, adelanta el funcionario, cuyo nombre suena entre los postulantes a ocupar una de las principales candidaturas –no la Presidencia, obvio– del año próximo. Un ejemplo de esa búsqueda la está comprobando en carne propia el titular de Federación Agraria Argentina, Eduardo Bussi.
Como portavoz de la cámara que agrupa a los pequeños y medianos agropecuarios, Bussi tiene un perfil muy distinto de las demás entidades del sector. En los últimos años estuvo cerca de la CTA y del Frepaso. Después del ex diputado socialista Héctor Polino (a quien el jefe de Gabinete ya le hizo una propuesta formal para encabezar una rejerarquizada Secretaría de Medio Ambiente), Bussi es el que sigue en la lista. Porque es uno de los dirigentes que el kirchnerismo quiere sumar a la gestión. “Necesitamos a los sectores medios del campo que podrían llegar a jugar con nosotros”, es la explicación oficial. El presidente de la Federación Agraria ya estuvo conversando del tema con el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Lo acompañó el hoy funcionario Luis D’Elía.
Bussi no será el único. Porque el Gobierno está tanteando, a través de distintos interlocutores, a dirigentes partidarios –radicales, vecinalistas, socialistas– y de entidades intermedias. En la tarea, que es constante, metódica y sobre todo gradual, el oficialismo elige entre su vasta tropa a los negociadores con más afinidad con el sector que se quiere seducir. “La base del pensamiento de Kirchner es producir un reagrupamiento por izquierda realmente abarcativo que genere como reacción otro agrupamiento por derecha. Pero hay que ir lento, porque que se sepa a quiénes estamos buscando para acercar al Gobierno puede generar reacciones adversas. Hay que dejar que las cosas circulen con naturalidad”, explica a Página/12 un dirigente del kirchnerismo que no viene del PJ y conoce mucho la provincia de Buenos Aires. Él es uno de los negociadores.
Estrategias diferenciadas
Para el kirchnerismo, la búsqueda de eventuales aliados tiene una surtida oferta de donde alimentarse. Algunos ya son conocidos, como los intendentes radicales Gustavo Posse (San Isidro) y Enrique “Japonés” García (Vicente López), o su correligionario del jefe comunal Olavarría, Helios Eseverri. Fueron de los primeros que comenzaron a negociar con el oficialismo, y lo hicieron en forma individual. Otro grupo que está cerca del Gobierno –su incorporación formal dentro de la base política del kirchnerismo es cuestión de tiempo– responde a los hermanos Colombi, Ricardo y Arturo, ex y actual gobernador de Corrientes. Ambos fueron acercados al Ejecutivo tras la mediación de un dirigente que proviene de sus filas, Roberto Porcaro, quien luego se sumó a Compromiso K, la corriente que encabezan Carlos Zannini y Rudy Ulloa Igor.
Pero la ofensiva de seducción sobre el radicalismo tiene un plato fuerte. Y no es otro que el gobernador de Mendoza, Julio Cobos. En este caso, la negociación es directa con el propio Presidente. Y esperará el momento adecuado para anunciarse públicamente. Luego queda una base de intendentes del interior, a los que el propio Porcaro está recomendando que se junten en un bloque para tener más peso en una posterior alianza. “Si se pasan en forma individual, van a tener problemas con las listas de cada provincia”, dicen en Compromiso K.
Otro sector que interesa a la Casa Rosada es la entente que forman Martín Sabbatella-Hermes Binner-Emilio Martínez Garbino-Luis Juez. Son intendentes o han pasado por esa función (el caso del rosarino), y se proponen como una alternativa independiente, que cuestiona al Gobierno enmuchos aspectos (la reforma al Consejo de la Magistratura, por ejemplo) pero tampoco ejercen lo que en política se llama “una oposición salvaje”. En este caso, los encargados de negociar son dos dirigentes históricos del Frente Grande: su fundador, Chacho Alvarez, y su actual presidente, el secretario de Integración Económica y Mercosur de la Cancillería, Eduardo Sigal. Alvarez y Sigal, por separado, suelen reunirse bastante seguido con los cuatro dirigentes. Los unen, en la mayoría de los casos, ciertas características culturales y afinidades políticas.
¿Qué se proponen los dos interlocutores del kirchnerismo? La explicación es sencilla. Consideran que los cuatro intendentes (y al ex Binner) serán protagonistas de la etapa que se abrirá en el 2011: el poskirchnerismo. Sólo entonces, aseguran, estarán en condiciones de disputar poder a nivel nacional. Mientras tanto, siempre según la lectura del oficialismo, Binner-Sabbatella-Martínez Garbino-Juez deberán concentrarse en sus territorios. Al santafesino, puntualmente, le atribuyen muchísimas chances de ser el próximo gobernador de Santa Fe. Y se proponen ayudarlo a cambio de que preste apoyo y cuadros al Gobierno. “Ellos saben que deben pensar en un ciclo más adelante, en el 2011 o como mucho el 2009. Por eso les proponemos un acuerdo amplio de centroizquierda, con el Frente de la Victoria, por supuesto”, explica uno de los negociadores.
La incorporación se enmarca dentro de la estrategia global. Que es sencilla. Polarizar el mapa político y ocupar todo el espacio del progresismo.
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