Domingo, 13 de agosto de 2006 | Hoy
Gobernadores e intendentes de la UCR cercanos al Gobierno se reunieron en Vicente López como una demostración de fuerza hacia adentro de su partido. Reconocimientos a la gestión oficial pero con diferencias sobre los superpoderes.
Por Martín Piqué
”Acá estamos los radicales que nos ensuciamos las zapatillas en los barrios, no los que se lustran los zapatos para ir al comité.” Orador de fondo, estrella de la tarde, el gobernador de Mendoza, Julio Cobos, cargó contra los correligionarios que cuestionan el acuerdo con el Gobierno. “Queremos ganar elecciones y no convenciones”, chicaneó. Se refería a la Convención Nacional de la UCR, prevista para el 25 y 26 de agosto en Rosario, y les hablaba a los rivales internos, aquellos que proponen asociarse con Roberto Lavagna o sumarse a otro espacio opositor. Ya se habían escuchado varias críticas. Pero el mendocino era muy esperado. Más de 180 intendentes de su partido lo habían elegido como “referente nacional”. Su lugar en la lista de oradores, su ubicación en el palco y los gritos de las tribunas confirmaban su condición de preferido. Y Cobos lo aprovechó desde el micrófono. Habló como un candidato a vicepresidente, como si ya ocupara el segundo lugar de una fórmula presidencial con Néstor Kirchner, algo que en la política algunos ya dan como un hecho.
El encuentro había sido organizado para intentar una demostración de fuerza hacia adentro del radicalismo. La pelea podría seguir en diez días, cuando se reúna la convención partidaria. La idea había surgido hace veinte días a partir de una charla entre el gobernador de Río Negro, Miguel Saiz, y el intendente de San Isidro, Gustavo Posse. Eran los radicales K, aunque ellos prefieren que se los llame radicales G (porque gobiernan en sus distritos, sean provincias o municipios). Querían hacer un acto que reuniera al poder territorial de la UCR, que desde 2002 no tiene tanto para mostrar en ese aspecto. Se decidió hacerlo en el Centro Asturiano de Vicente López, donde se hacían las convenciones cuando el partido “todavía reunía multitudes”, según confesaron con crudeza los propios organizadores.
Convocados por el intendente local, Enrique “Japonés” García, los radicales cercanos al Gobierno fueron llegando por tandas. La mayoría había llegado el viernes, algunos participaron de un almuerzo que se hizo al mediodía. Otros vinieron en auto desde sus provincias y llegaron a último momento, cuando el acto de los “Radicales que Gobiernan” ya había empezado. Pero así y todo los radicales K lograron un quórum bastante importante. Reunieron a cuatro gobernadores sobre un total de seis provincias administradas por la UCR –sólo faltaba Chaco, por Catamarca estuvo el vicepresidente del partido, el diputado Genaro Collantes– y juntaron a 183 intendentes radicales de todo el país. En el escenario se sentaron los gobernadores Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Miguel Saiz (Río Negro), Arturo Colombi (Corrientes) y el propio Cobos. El palco se completó con García y Posse, hombres fuertes de la zona norte.
Debajo del escenario se ubicaron los 183 intendentes, sentados. Detrás y a los costados, en las tribunas decoradas con banderas rojiblancas, se instalaron las hinchadas que habían llegado desde el interior. La más fervorosa fue la mendocina, que coreó el nombre de Cobos como si ya fuera candidato y hubiera empezado la campaña. “Julio/ Julioioooo”, se escuchó. Entre el público había hombres y mujeres de treinta años para arriba. No se veían muchos jóvenes. Debajo de una pintada del Centro Asturiano que recordaba su historia (1913-2006) estaba el único decorado del acto: una gran bandera argentina y un enorme cartel rojo y blanco que decía “Encuentro Federal. El radicalismo que gobierna”. “Arriemos la bandera partidaria y pongamos la celeste y blanca por arriba de todo”, dijo el intendente de Neuquén, Horacio Quiroga. La frase pareció algo desgraciada y no fue muy aplaudida. Fue uno de los primeros discursos.
Primero hablaron los intendentes, entre ellos Quiroga, Posse, el marplatense Daniel Katz, a quien se menciona como otro de los probables candidatos de una concertación K, y por supuesto el anfitrión. “Todos sabemos que éste es un año de gestión pero también de construcción política, aunque de manera silenciosa. El año que viene es la posibilidad del acuerdo con el otro, que es distinto en el origen pero quiere lo mismo que nosotros”, dijo Posse. Con esa frase puso al descubierto lo que muchos dan por descontado: que detrás de la exhortación a concentrarse en la gestión, una constante de Kirchner, en realidad se están moviendo los hilos de la alquimia electoral que presentará el oficialismo.
Cuando pasaron al micrófono los gobernadores, se repitió una y otra vez el mismo argumento: la exaltación a la experiencia de gobierno a nivel local como un elemento imprescindible para superar la crisis de la UCR. “Tenemos que reconocer que hay una imposición pública que dice que los radicales no sabemos gobernar. Pero quienes estamos acá podemos demostrar lo contrario”, subrayó el santiagueño Morales. El mismo guión fue repetido una y otra vez. Era una forma de cuestionar a sus competidores dentro del partido, que salvo el gobernador del Chaco, Roy Nikisch, alineado con su antecesor Angel Rozas, basan su poder sobre todo en las bancas del Parlamento. También hubo elogios abiertos para Kirchner. “No tenemos que ponernos colorados por reconocer los méritos de alguien que no es de nuestra fuerza política”, dijo el rionegrino Saiz.
Esas ideas aparecían en el documento sobre la concertación que habían firmado los gobernadores. Allí, además de elogiar la reestructuración de la deuda y los derechos humanos, los radicales K hacían gala de cierta honestidad brutal, a lo Calamaro. “Reconocemos que muchas de las medidas que ha llevado adelante este gobierno nos hubiera gustado que las realizara un hombre de nuestro partido”, admitieron. Pero no todos fueron elogios. Como si buscara para sí un rol de moderación dentro del oficialismo, al estilo de lo que representa la Democracia Cristiana dentro de la Concertación chilena, Cobos no dejó pasar la oportunidad de criticar algunas medidas puntuales de Kirchner. “Hemos tenido discusiones por la Ley de Entidades Financieras y los superpoderes. Qué bueno sería que en su reglamentación el Presidente se autolimitara, poniéndole límites a la discrecionalidad”, pidió desde el micrófono. En el auditorio hubo quienes especularon con que Kirchner podría concretar este gesto para facilitar la conformación de la Concertación K.
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