Jueves, 31 de agosto de 2006 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Sebastian Etchemendy *
Recientemente, en un programa de televisión por cable, Ricardo López Murphy, líder de Recrear, puso en duda la existencia de sobornos para aprobar la reforma laboral en el gobierno de la Alianza. Tan sólo segundos después enfatizó la importancia de la República y del buen funcionamiento de las instituciones. En un acto, otro líder de PRO, Horacio Rodríguez Larreta, fustigó al Gobierno por la inseguridad y declaró que el acto se organizaba en el barrio porteño de Belgrano, porque ese barrio es “uno de los principales centros de inseguridad”.
¿Realmente cree Rodríguez Larreta que hay más inseguridad en Belgrano que en algunos partidos del conurbano o de la propia Capital? ¿Está seguro Rodríguez Larreta de que Belgrano tiene los mismos problemas de inseguridad que Lugano o Villa Soldati? ¿Por qué importan las instituciones cuando se trata de los actuales “superpoderes”, pero no cuando se trata de iniciativas que apuntan a bajar el costo laboral de las empresas? A los intelectuales orgánicos del neoliberalismo en Argentina se los vio mucho menos preocupados por la calidad de la democracia en los ’90, cuando la manipulación institucional era casi siempre mucho mayor que en la actualidad. Si bien referidos a temas diferentes, ambos episodios tienen una raíz común. Y es mostrar el tono del tipo de República que pretenden sectores de la derecha vernácula. Una República donde las instituciones importan menos cuando se trata de políticas proempresarias o neoliberales, donde la inseguridad importa más cuando afecta a los barrios de la clase media alta.
Entre 1955 y 1983 el inestable juego político argentino se debatió en esencia entre dos tipos de legitimidad. Varios defensores de la República liberal apoyaron directamente o indirectamente la proscripción de las mayorías cuando no los fusilamientos clandestinos y el terrorismo estatal, amén de políticas económicas muchas veces excluyentes. Los defensores del principio democrático mayoritario a su vez invocaban una legitimidad poco tolerante con la idea de control republicano, si bien socialmente más inclusiva.
La Argentina avanzó mucho desde la recuperación democrática como para quedar una vez más enredados en esa falsa dicotomía. Los riesgos de desvíos autoritarios por parte de la mayoría pueden existir, aun cuando las recientes medidas del Gobierno sobre los superpoderes, los decretos de necesidad y urgencia y el Consejo de la Magistratura, opinables y criticables, cambian poco el statu quo en una democracia pluralista y movilizada como la que hay en Argentina, donde el uso (y la falta de reglamentación) del decretismo y las facultades delegadas fueron patrimonio de los dos gobiernos anteriores. En cambio, cuando el reclamo de control republicano queda asociado a periodistas históricamente golpistas, a la seguridad para los ricos y a la exclusión social corremos el riesgo de repetir la historia.
* Politólogo, profesor de la Universidad Di Tella.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.