Domingo, 19 de noviembre de 2006 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
Luego de la sanción de la ley de obediencia debida, en 1987, el presidente Raúl Alfonsín negoció con el entonces líder peronista Antonio Cafiero la ampliación a siete del número de miembros de la Corte Suprema. El radicalismo gobernante designaría uno y la oposición justicialista el otro. La única condición que ponía Alfonsín era que ambos estuvieran comprometidos a aplicar la ley de impunidad de modo de que quedaran encausados un número minúsculo de altos jefes de la dictadura. Pero en junio de 1988 Carlos Menem venció a Cafiero en las elecciones internas para designar el candidato presidencial justicialista. El negociador radical, Ricardo Entelman retomó contacto con el negociador justicialista José Manzano sólo para enterarse de la decisión de Menem de anular el trato: “¿Para qué vamos a designar uno y uno ahora si podemos ampliar a nueve y nombrar a cuatro nuestros después de ganar las elecciones?”, dijo. Ése fue uno de los primeros proyectos presentados por Menem en 1989. La ampliación “es necesaria para agilizar la tarea del Poder Ejecutivo, perdón, del Poder Judicial”, confesó el senador Augusto Alasino en abril de 1990. La ley se aprobó en una sesión de la Cámara de Diputados en la cual hubo cafeteros y ordenanzas sentados en las bancas y hombres armados protegiéndolos. Dos prohombres de la honestidad y la transparencia como Manzano y Alberto Pierri se dieron el primer beso y comenzaron a cantar a voz en cuello la marcha “Los muchachos menemistas”. Un diputado radical presentó un recurso de amparo. La Cámara Federal en lo Contencioso Administrativo cerró el caso con argumentos formales: el diputado había pedido la nulidad de la ley de ampliación y la convocatoria a una nueva sesión en 1990, pero su mandato había concluido en 1991 por lo que “carece actualmente de interés que lo habilite para formular tal reclamación”. Menem obtuvo la renuncia de dos de los ministros en funciones (Jorge Bacqué por hartazgo, José Severo Caballero por miedo, porque se había regulado honorarios a sí mismo en un juicio y el gobierno le hizo saber que tenía las pruebas) y en 24 horas designó una mayoría automática de seis sobre nueve ministros del tribunal. La ley de ampliación fue promulgada el 17 de abril de 1990, el 18 se enviaron los pliegos de los nuevos miembros de la Corte, y el Senado los aprobó el 19, en una sesión secreta de apenas siete minutos, a la que no asistió la oposición, porque el apresuramiento oficial les impedía evaluar si los jueces designados reunían las condiciones jurídicas, académicas, personales y de independencia requeridas. La mayoría automática quedó al mando del ex socio de Menem en La Rioja, Julio Salvador Nazareno, cuyos antecedentes eran haber sido boticario y jefe de policía provincial durante una intervención militar, y del presidente de la asociación de tenis Eduardo Moliné O’Connor, cuyo principal encanto era que su hermana Margarita se había casado con el jefe del servicio de inteligencia de Menem, Hugo Anzorreguy. Comenzaban la oscuridad y el escarnio que durarían tres lustros, hasta que en junio de 2003 comenzaron a disiparse con la promoción del juicio político a Nazareno.
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