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Historia de un gigante gris

La cárcel de Caseros fue proyectada en 1963, pero su construcción demandó 11 años y la decisión de usarla, otros cinco. El mismo año en que el presidio fue proyectado, el Servicio Penitenciario Federal le advirtió al entonces presidente, Arturo Illia, que las características del edificio que se empezaba a construir eran “inhumanas”. Como consecuencia, Illia ordenó el cese de la obra.
Pero, en 1969, el dictador Juan Carlos Onganía ordenó reanudar los trabajos. Recién en 1979 se terminó de construir el sector nuevo de la cárcel –el sector viejo está sobre la avenida Caseros–, que fue inaugurada con la detención de un grupo de presos políticos y sindicalistas provenientes de Sierra Chica, Coronda, La Plata y Chaco.
La inauguración fue el 23 de abril de 1979. La nueva cárcel de Caseros se había convertido en la más grande de Sudamérica: 85 mil metros cubiertos, 23 plantas, 2096 celdas individuales, 14 ascensores, 16 patios de recreo, 60 locutorios y 20 talleres de trabajo conformaban la estructura del gigante gris de Parque Patricios.
Su población aumentó en forma acelerada y cuando se avecinaba el fin de la dictadura, comenzaron los motines. La cárcel llegó a tener 2000 personas viviendo en condiciones extremas: las paredes estaban perforadas y quemadas. Y esos huecos fueron los lugares usados para comunicarse. En junio de 2001, cuando se ordena el desalojo final de la cárcel, quedaban 1260 presos.

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