Después de haber pasado por la vida social de los narcos de Cali y de haberse insertado en la continuación mexicana de esa misma red, Paola Ovalle volvió a la cárcel para entrevistar a narcos de posiciones jerárquicas a punto de ser extraditados. Con la autorización oficial y del imputado pudo, cuenta, a lo largo de los últimos cuatro años hablar con seis de ellos. “Es un momento clave, como un instante antes de la muerte en el que idealmente puedes mirar hacia atrás en tu historia y encontrarle un sentido diferente a lo que podrían haber pensado tres días antes cuando estaba libre y tranquilo”, describe.

–¿Cómo viven ese momento?

–Siempre que los estás entrevistando afuera sus referencias de miedo no son la muerte, sino la cárcel. Ellos tienen miedo a perder sus propiedades, sus fortunas, que se vea amenazada la seguridad de su familia y la pérdida de la libertad. En ese momento, cuando acaba de ver que su mundo peligra, es inminente un derrumbe, metodológicamente es difícil hacer el análisis de esa información. A estas alturas evito ciertas preguntas que aumentan la angustia del entrevistado: antes, por ejemplo, les pedía que le dieran un consejo a alguien que recién comienza en la red, pero eso terminaba en emociones fuertes en ellos.

–¿Qué tipo de consejos daban?

–Hablan mucho sobre la traición, porque generalmente cuando han sido detenidos y han perdido mucho dinero no es por una investigación sino porque alguien que estaba muy cercano se dio vuelta. Entonces aconsejan mucho estar cuidándose las espaldas, no confiarse, aceptar las oportunidades en el momento, y hablan de su vinculación con la seguridad, con el gobierno, con las policías. Para ellos eso baja mucho el riesgo. Siempre lamentan no haber arreglado con quienes los atraparon. Lo consideran un error propio, un descuido fatal.