Los deportistas llegarán desde 148 países. La mayor delegación será la china, con 322 atletas. En el punto central del espectacular "show" de tres horas se ubicó un escenario de 72 metros de diámetro en el que una bandeja de jade simbolizaba el planeta. Seis mil actores interpretaron la idea de los anfitriones de que "cada vida tiene un valor, cada vida tiene una dignidad y un sueño".

Especial atención obtuvo la estudiante de ballet de 12 años Li Yue, que en mayo perdió la pierna izquierda en el terremoto de la provincia de Sichuan y que acompañó una interpretación de Bolero de Ravel con una expresiva actuación en silla de ruedas.

"El estatus social de la gente con discapacidades es una base de la civilización humana y del progreso social", dijo Hu Jintao en su mensaje de bienvenida.

Los organizadores de los Paralímpicos quieren subrayar con una organización minuciosa y perfecta la equiparación del evento con el de los atletas no discapacitados.

A diferencia de sedes anteriores, la capital china no se esforzó menos para la cita paralímpica. Las prohibiciones masivas de circular para la mitad de los coches, que según su número de matrícula sólo pueden utilizarse los días pares o impares, todavía siguen en vigor.

Las fábricas tampoco pueden volver a incrementar su producción, por lo que en lugar de las calles crónicamente atascadas y el aire contaminado de Pekín, los más de 4.000 atletas de los Juegos y los 17 millones de habitantes de la ciudad seguirán disfruntando de aire límpico y tráfico fluido.

"Los chinos harán los Paralímpicos más grandes de todos los tiempos", dijo el presidente del Comité Paralímpico Internacional, Phil Craven. "Creo que serán fantásticos".

La ceremonia de inauguración contó con la presencia de personalidades como el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, su homólogo alemán, Horst Köhler, o el ex jefe del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch.