DEPORTES › LOS ARGENTINOS DELIRARON EN LAS CALLES DE COPACABANA

Banderazo celeste y blanco

Los hinchas se hicieron sentir en esa zona de Río de Janeiro, esperando el encuentro de esta tarde ante Bosnia. Hubo cantos, banderas y disfraces para disfrutar. Lo negativo fue la represión policial lanzando gas pimienta.

 Por Facundo Martínez

Desde Río de Janeiro

La cita fue puntual, incluso arrancó un rato antes. Unos tres mil hinchas de la Selección se unieron en la playa y sobre la Avenida Antártica de Copacabana, a la altura del Posto 4 de la Prefectura carioca. De algo pueden estar seguros los jugadores del seleccionado nacional y el cuerpo técnico, hoy en el Maracaná habrá muchísimos hinchas argentinos alentando al equipo en el debut mundialista.

“Brasil, decime qué se siente, tener en casa a tu papá” fue una de las canciones que entonaron los miles de hinchas que seguían el ritmo y la temática que les proponía un grupo de hinchas caracterizados como los que suelen mandar en las tribunas del fútbol argentino. “Brasilero, brasilero, qué amargado se te ve, Maradona es más grande, es más grande que Pelé”, fue otro de los hits de la tarde.

El desborde de hinchas argentinos hacia el pavimento de la Avenida Antártica fue sólo cuestión de minutos. Entre cervezas, caipirinhas y fernets, los hinchas saltaban, se abrazaban y cantaban. La situación comenzó a preocupar a la Policía Militar, porque los hinchas argentinos querían cortar la calle, hacer un piquete celeste y blanco, y eso se convertía en un problema serio para el tránsito en esa vía neurálgica que une las playas de Copacabana con los barrios de Botafogo, Fluminense y la zona céntrica de Río de Janeiro.

Enseguida se dispuso un cordón de contención y se vivieron algunos momentos de tensión entre los hinchas y la policía, que no dudó en meter palos para los que osaban pisar el asfalto y tirarles gas pimienta a los más exaltados. La policía brasileña no parece ser flexible a las negociaciones con los barras, maestros de ceremonia que pretendían comandar la avanzada para cortar el tránsito en la avenida. Incluso un fotógrafo del sitio canchallena, Sebastián Rodeiro, que estaba registrando los incidentes fue reprimido con un ataque de gas pimienta directo a los ojos.

Por la avenida circulaban automóviles con hinchas argentinos, que agitaban banderas y se prendían en la euforia. Una motor- home repleta de hinchas procedentes de Paraná, Entre Ríos, ganó protagonismo entre los hinchas de a pie que eran arengados desde el móvil y parecían festejar con euforia la ingeniosa iniciativa. Detrás se veía otra motorhome, pero ya la policía los obligaba a girar para despejar el tránsito.

Ingenio y también muchas ganas es lo que mostraron tres empleados públicos tucumanos, que recorrieron 3500 kilómetros y ya llevaban gastados unos 3000 pesos de combustible. “¿Dónde se alojan?”, preguntó este cronista. “¡En el auto!”, contestaron enseguida soltaron una sonrisa. “Eso no es nada. ¿Sabés las que tuvimos que pasar? ¡Las inundaciones de Misiones!”, agregaron. “Sé que a la vuelta voy a tener que comer polenta con queso, pero este es el único Mundial que voy a poder ver en mi vida”, dijo uno de ellos. Así, en un sedan de cuatro puertas, los tucumanos tienen planeado acompañar a la Selección en todos sus destinos durante la Copa.

Los disfraces y pelucas no faltaron a la cita. Un ingeniero electrónico de 35 años aceptaba fotografiarse con los fanáticos con un disfraz del papa Francisco que los hinchas festejaban con sonrisas y gritos. “Les dije a mis compañeros de laburo que me iban a poder ver, esta era mi sorpresa”, contó el hombre que comenzaba a lidiar con el calor de la tarde, en un día de playa espectacular para esta época del año.

Un hincha de Racing cubierto con una bandera argentina empapada en sudor, saltaba y saltaba de aquí para allá, entre los brazos levantados de otros hinchas que lo fotografiaban.

Unos metros detrás, con sus mochilas apoyadas sobre la arena, un grupo de surfistas marplatenses, que se animaron a venir en combi aprovechando las playas del camino para vivir a pleno su pasión, se preparaban caipirinhas y jarras de fernet.

Aquí, en medio de la euforia argentina todo parece ser válido para ver el Mundial. Incluso romper el chanchito como debió hacer Mario, un cincuentón de Pigüé, quien les cumplió el sueño a su hijo, un sobrino y un amigo, quienes agitaban una bandera con el nombre de la localidad bonaerense; o revender remeras de la Selección compradas en la Salada a 50 reales (unos 250 pesos) o incluso revender entradas (ver aparte).

Parejas de enamorados, niños cargados a caballito de sus padres completaban el cuadro que los argentinos pintaron ayer en Copacabana; en todos ellos quedará un recuerdo imborrable, el de la tarde que los argentinos fueron locales en Brasil y cantaron a coro: “... te juro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar, que el Diego los gambeteó, el Cani los vacunó, están llorando desde Italia hasta hoy. A Messi lo vas a ver, la Copa se va a traer, Maradona es más grande que Pelé”.

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La celebración de los hinchas argentinos en Copacaba. Hubo festejos, pero también incidentes y reventa.
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