Domingo, 29 de octubre de 2006 | Hoy
Era teniente de Barritta, El Abuelo de La 12, los pesados de Boca. Fue preso por asesinato y se resistió a un asalto fatal.
Por Carlos Rodríguez
Los barrabravas sufrieron una baja importante. Miguel Angel “Manzanita” Santoro, miembro de La 12, la barra de Boca Juniors, murió en la noche del viernes, a los 44 años, como consecuencia de dos heridas de bala que sufrió el martes, al ser asaltado frente a una vivienda de Santander 5389, en el barrio de Villa Lugano, donde vivió toda su vida. Es imposible evitar el lugar común: Manzanita murió en su ley. Su cuerpo quedó tendido en la calle, igual que aquellos dos hinchas de River Plate asesinados a mansalva por miembros de La 12 el 30 de abril de 1994, en la esquina porteña de Huergo y Brasil, después de un superclásico que se jugó en la Bombonera. Por ese crimen fueron condenados ocho barrabravas, entre ellos Santoro, a quien en mayo de 1997 le dieron 20 años de prisión. Hace un tiempo había recuperado la libertad condicional. Herido de gravedad el martes, Manzanita murió el viernes en el hospital Parmenio Piñero, lejos de la segunda bandeja de la Bombonera, donde manda la barra.
El parte médico hizo saber que además de las heridas sufridas durante el robo, el hombre “padecía otros problemas de salud” que complicaron su situación. En el histórico juicio a los barrabravas de Boca, que se hizo en el Palacio de Tribunales, ninguno de los testigos dijo haber visto a Santoro con un arma, disparando contra el camión donde iban los hinchas de River asesinados, Walter Vallejos (19) y Angel Delgado (23). Sin embargo, durante el juicio, Manzanita fue señalado por casi todos como el que dirigió al grupo que emboscó a los hinchas millonarios. El ataque fue a balazos indiscriminados, al bulto. Podrían haber muerto muchos más. En el juicio, la Fiscalía pidió 12 años para Santoro. Los jueces le dieron 20.
Manzanita integraba la segunda línea de mando de La 12, en los años en que el jefe indiscutido era José Barritta, alias El Abuelo, quien por el doble crimen fue condenado a 13 años, aunque muchos aseguraron que él había “recomendado” no meterse en líos en esa negra tarde-noche de abril de 1994. Cuando se reconstruyó todo lo ocurrido el día del doble crimen, quedó probado que la barra brava de Boca, como siempre, se había reunido unas horas antes del partido con River en la casa de Santoro, en Villa Lugano. En esa reunión previa se había planeado interceptar a la barra de River, antes de que llegaran al estadio, pero se desistió de la idea porque la vigilancia policial era mucha.
Cuando estaba finalizando el superclásico, en el que River se impuso por dos goles a cero, fueron el propio Santoro y Fredy “Bolita Niponi” Cáceres Romero los que gritaron en la tribuna “vamos a buscarlos, vamos a buscarlos” y fueron a la caza de los hinchas de River. El grupo que salió a matar estuvo integrado por unos cincuenta hombres, muchos de los cuales salieron impunes. Las armas estaban escondidas en el auto, un Ford Falcon Sprint, de Jorge “Corvacho” Villagarcia, también condenado a 20 años de cárcel. En el vehículo estaban escondidos dos revólveres calibres 38 y 22 largo, y dos pistolas, una 45 y otra 9 milímetros.
Cuando llegaron al lugar de la emboscada, comenzaron los disparos a mansalva, mientras los más desaforados se alentaban a sí mismos como si sólo se tratara de apoyar con su aliento al club de sus amores: “Van a morir todos; aguante Boca; viva Boca”. El ataque mortal duró entre quince y veinte segundos. Lo suficiente como para provocar dos muertes. Algunos querían seguir tirando, pero los jefes dieron la orden de disolverse, porque la policía estaba llegando al lugar. Muchos de los barras, entre ellos el propio Manzanita, estuvieron un tiempo prófugos, hasta que fueron cayendo o entregando, de a poco.
A Santoro lo condenaron, a pesar de que su hermano Eduardo, testigo en el juicio, trató de dar una imagen favorable de él: “Es un gordo muy sano, muy bueno”, dijo ante los jueces, que al parecer no le creyeron. Manzanita estuvo detenido en el pabellón 49, de máxima seguridad, de la cárcel de Villa Devoto. Otros presos le dieron una paliza que incluyó varios puntazos en la pierna, con una faca. Santoro siguió los códigos de la cárcel y se calló la boca, esta vez: “Me caí en el baño”, les dijo a las autoridades del Servicio Penitenciario Federal cuando lo interrogaron.
En el juicio por el doble crimen, en cambio, soltó la lengua y habló en contra de El Abuelo, a quien muchos intentaron dejar afuera de la decisión de atacar a los hinchas de River. “La barra brava de Boca es una sola y la maneja El Abuelo”, aseguró Santoro. El martes pasado, Manzanita se aprestaba a subir a un auto, conducido por un amigo, frente a la casa de Santander 5389. Viajaban a Mar del Plata y llevaban una importante cantidad de dinero. Dos jóvenes se les acercaron y los amenazaron con sus armas de fuego. Hombre de mil peleas, Manzanita se quiso resistir y le pegaron dos balazos a quemarropa. El viernes murió.
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