Domingo, 29 de octubre de 2006 | Hoy
El fallo de los fiscales pidiendo la captura de iraníes es llamativo y cortante. ¿Pero es sostenible? ¿Hay pruebas de la participación de funcionarios de Irán? ¿Qué dirá el juez? ¿Qué hará el Gobierno?
Por Raúl Kollmann
El pronunciamiento de los fiscales Alberto Nisman y Marcelo Martínez Burgos sobre el caso AMIA deja planteadas numerosas preguntas y dudas.
Ninguna directa. Hay cinco importantes disidentes iraníes que cuentan que les dijeron que esa reunión existió y que se tomó esa decisión. El peso de esa prueba es dudoso, porque es como si cinco disidentes cubanos de Miami contaran que hubo una reunión entre Fidel, Raúl Castro y otros altos funcionarios donde se decidió atacar a alguien. Entre los disidentes hay relaciones y no son testimonios independientes. Los disidentes son Abolhassam Bani Sadr, ex presidente en tiempos del sha, líder de la oposición en el exilio y director de un diario opositor. Dijo: “Si Irán está detrás, la decisión la debió tomar el Comité de Asuntos Especiales”. Otros que cuentan la reunión –en la página 256 del dictamen– son Alí Reza Ahmadi, ex integrante del servicio exterior del sha, Reza Kouchaksaree, presidente de la Resistencia iraní –afirmó que “sabe que la decisión se tomó en esa reunión”–, Hadi Roshanravani, consejero de la resistencia iraní en el exilio y el famoso testigo C, Abolghasem Mesbahi, disidente y desertor en 1989. Se cita además un Informe del Consejo de la Resistencia iraní (página 257) como si no estuviera escrito por los mismos testigos. Ninguno de los disidentes estuvo y lo cierto es que es difícil pronunciarse, porque desde el punto de vista jurídico la prueba no es sólida. Puede que haya existido la reunión y puede que no. También se menciona que en esa cumbre estuvo el ex agregado cultural de Irán en la Argentina Mohsen Rabbani, pero la prueba que se aporta es que en ese momento no estaba en la Argentina sino en Irán.
Ya hace un año, los fiscales presentaron sus evidencias sobre el suicida. Las repiten esta vez a partir de la página 697. Son básicamente cuatro. Un informe de la SIDE, con aportes del FBI, la declaración de dos hermanos de Berro, un reconocimiento que hizo la única testigo que supuestamente vio al suicida y un trabajo hecho por la Policía Federal comparando el identikit hecho en su momento con una foto de Berro. Al día siguiente de la presentación de los fiscales, los hermanos de Berro, que viven en Estados Unidos, negaron en varias radios argentinas que hayan declarado lo que se estaba difundiendo. Pocos meses más, el titular de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia, Alejandro Rúa, escribió un informe sobre la declaración judicial de los Berro y certificó que de ninguna manera sostuvieron que fue el suicida sino todo lo contrario, que murió en El Líbano. “Que no puede ver a Ibrahim en una situación así, porque él estaba pensando en otra cosa, como establecer una familia, casarse, ahorrar dinero. Que ni sus hermanos ni su madre piensan que pudo estar en algo así. Que todos están convencidos de que murió en El Líbano”, transcribió Rúa de la declaración del menor de los hermanos Berro en Estados Unidos. El reconocimiento hecho por la testigo Nicolasa Romero fue negativo en dos oportunidades y sólo en una tercera dijo que podría ser. El trabajo de la Policía Federal, comparando foto con identikit, tampoco es categórico. El año pasado, los fiscales admitieron la debilidad de las pruebas y difundieron que se haría un estudio de ADN, pero eso no se hizo porque no hay contra qué comparar. En resumen, Berro podría ser el suicida, pero se necesitan mayores evidencias.
El dictamen de los fiscales reitera un entrecruzamiento muy impactante de llamadas desarrolladas entre locutorios cercanos a la AMIA, la mezquita Al Tahuid, la Triple Frontera y varios teléfonos que –según los servicios de inteligencia– pertenecen a integrantes de Hezbolá. En el celular a nombre de Márquez se recibieron buena parte de esas llamadas y se hicieron las comunicaciones con El Líbano, con el dato importante de que la primera llamada fue el 1 de julio de 1994 y la última el 18, o sea el día del atentado. Por ahora, Márquez no ha sido identificado. Los fiscales también dicen que el trabajo de entrecruzamiento no está terminado, pero el punto clave es que no hay pruebas categóricas sobre la participación de hombres de Hezbolá en esas comunicaciones. Lo dicen los servicios de inteligencia y no es fácil tomar eso como una prueba.
No. Y ése es un punto de importancia. Los fiscales sostienen largamente en su escrito que la matriz utilizada en Buenos Aires se parece mucho, por ejemplo, a la que utilizaron los iraníes para asesinar a cuatro opositores en el café Myconos de Berlín. La gran diferencia es que en la investigación hecha por los alemanes se dice exactamente en qué departamento se alojaron los asesinos, qué pasaportes usaron, en qué fecha entraron, en qué fecha pretendieron salir. Y muchísimos datos más. O sea que hay pruebas categóricas sobre el comando que cometió el asesinato. No pasa lo mismo con la AMIA: no se sabe quiénes entraron, de dónde sacaron los explosivos o en qué casa segura colocaron los dispositivos en la camioneta. Es obvio que para los fiscales es más que difícil dar con la conexión internacional de un atentado del que se sabe poco y nada de su parte operativa en la Argentina. Para colmo, cuando se habla de la matriz terrorista, se dice que debieron utilizar varios autos, distintos comandos y una gran infraestructura. De eso no existe la más mínima información.
En el dictamen está poco explicado. Sólo hay referencias muy débiles a una tentativa en Bangkok, donde hubo un iraní detenido, a la voladura de un avión panameño y a un atentado en Londres, la semana siguiente al de Buenos Aires, en el que fueron detenidos y condenados estudiantes palestinos, pero los fiscales deslizan sospechas de que participó Irán.
En el dictamen, no hay elementos contundentes que sirvan como prueba para esa afirmación. Es una especie de evaluación de inteligencia. También se dijo en algún momento que fue una represalia por la muerte del dirigente de Hezbolá Mustaphá Dirán. Es decir que puede efectivamente haber sido la cuestión atómica el motivo del atentado, pero, por ahora, no hay cómo sostener judicialmente ese diagnóstico.
Nadie lo sabe. El rumor es que le va a bajar el tono al dictamen de los fiscales, mantendrá alguna de las capturas, pero no todas.
Por de pronto, esperar lo que resuelva el juez. En principio, en la Cancillería dicen que cursarán las órdenes de captura, pero sin levantar el tono de confrontación con Irán. Habrá muchas presiones de las instituciones de la comunidad judía argentina, de Washington y de Jerusalén, jugados contra un régimen que es más duro que el que existía en tiempos del atentado. Igual, no parece que el Gobierno se vaya a jugar a fondo sin evaluar cuánta solidez tiene lo que dicen los fiscales y lo que diga el juez.
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