DEPORTES › MUCHOS DIRIGENTES NO CREEN EN LO QUE APROBARON

La Superliga del voto avergonzado

Las enseñanzas que deja el resultado de 70 a 1. Cómo Daniel Angelici y el Gobierno engañaron a la AFA. Lo que viene podría ser todavía peor.

 Por Gustavo Veiga

Sebastián Verón. Daniel Angelici. Marcelo Tinelli.
Imagen: Télam & Dyn.

Mario Giammaría había perdido la votación 70 a 1 y era el único asambleísta felicitado. Lo saludaban varios dirigentes que no tuvieron su valentía para bajarle el pulgar a la Superliga. Que votaron sin saber lo que votaban. El les daba la mano, agradecía, como si fuera un superhéroe, la figurita valiosa y difícil de conseguir para el álbum. Presidente de la Liga Rosarina –unas de las 210 que tiene la AFA– es el último mohicano que se les plantó a los cráneos del nuevo formato de un fútbol para pocos (FPP), y al gobierno nacional que alienta el proyecto. Quedará en la historia igual que Teodoro Nitti, el ex árbitro que osó enfrentar a Julio Grondona en 1991 durante el apogeo de su poder, y también perdió por paliza contra el rebaño.

La anécdota de la última e irregular asamblea en el predio de Ezeiza señala cómo la política domesticó al fútbol con la zanahoria de la plata. Una suma que ni siquiera conforma, que no es la que había prometido Daniel Angelici, el vocero de los fundamentalistas del mercado y alter ego del Presidente Mauricio Macri. El voto avergonzado a favor de la Superliga de muchos asambleístas quedó más en evidencia con la actitud del veterano Giammaría. Un hombre que conoció a Grondona en 1976, cuando era tesorero de su Liga y aquel presidía a Independiente. El mismo que apoyó a Marcelo Tinelli en la votación fallida de diciembre pasado, y que apuntó el miércoles al corazón del engendro impulsado desde la Casa Rosada.

“El gobierno es el que fogoneó este mamarracho de la Superliga y realmente esto amplía la brecha entre clubes grandes y chicos. Ahora habrá una mayor desigualdad en el fútbol argentino porque el modelo que se ha copiado es el español, que es el menos competitivo de todos y además es la puerta de entrada para la transformaciones en sociedades anónimas de los clubes históricamente administrados por sus socios”, le dijo al programa El primero de la mañana, de LT 8, la radio de su ciudad. Es lo mismo que piensan unos cuantos asambleístas que levantaron la mano a favor de la Superliga. Aunque para ellos, la necesidad tuvo cara de hereje.

Angelici les hizo creer que podría arrancarle unos 2.800 millones a su socio en Balcarce 50. Pero el viernes se toparon con un no rotundo. La oferta no superó los 2.500 millones. Claudio ‘Chiqui’ Tapia la definió como “insuficiente”. Es el presidente de Barracas Central, un club de la tercera categoría que le pagará alrededor de 140 mil pesos de sueldo a uno de sus refuerzos: Juan Martín, un delantero goleador con muchos partidos en el Ascenso. Si hay escasez de dinero en el fútbol, que no se note.

Los torneos aún no se sabe si se jugarán bajo el formato de Superliga o el antiguo. La FIFA debe convalidar los cambios y es muy difícil que lo haga. Si comienzan como está previsto, será con una AFA quebrada y clubes que no pagan los salarios de sus empleados afiliados a UTEDyC, que ya inició un plan de lucha. Más ejemplos: Ramón ‘Wanchope’ Abila anunció que le hará un juicio a Huracán si no le abonan los sueldos de los seis primeros meses del año. Un paro de árbitros se frenó sobre la hora porque apareció un cheque salvador. Y hasta el ex presidente de la AFA, Luis Segura, será denunciado en la Justicia por una agrupación de su propio club si no lo hace la actual comisión directiva. Es porque desde la creación del Programa Futbol para Todos, la deuda de

Argentinos se incrementó en un 400 por ciento, “a pesar de haber recibido sumas exorbitantes de dinero”, sostienen en De Paternal vengo.

En este marco se votó lo que se votó. Casi a ciegas. Apenas unos pocos pidieron explicaciones. Marcelo Achile, presidente de Defensores de Belgrano y asambleísta –que ya había sido el único en oponerse el 28 de junio a un segundo cuarto intermedio y perdió 66 a 1– exigió que constara en un acta compromiso que no se pierdan los dos ascensos por categoría, que tienen actualmente el fútbol del interior y las Primeras B, C y D. Un síntoma de la desconfianza que existe hacia los mentores de la Superliga.

Desconfianza que se expandió después de la última reunión en la Casa Rosada donde la oferta por el fútbol se planchó en 2.500 millones. “Los dirigentes volvieron desesperados”, los describió una fuente que trabaja en la AFA. Es que el gobierno tiene un objetivo solapado. Poner a los clubes en el umbral jurídico de las sociedades anónimas para su remate. Lo dice el boceto del proyecto de la Superliga, aunque de un modo rebuscado, como de mea culpa. La nueva competencia estará “integrada exclusiva y obligatoriamente por todos los clubes –organizados bajo el régimen de asociaciones civiles y/o bajo cualquier otra forma jurídica permitida por la legislación aplicable siempre que fuera aprobado por sus respectivos socios de conformidad con lo previsto en sus estatutos– que participen en competiciones oficiales de fútbol de carácter profesional en la Argentina…”

Para poner al fútbol de rodillas, el gobierno le secó antes la tesorería. Una decisión que no resulta antipática para amplias capas de la población que deben optar entre comer o pagar las cuentas del gas y la luz. Una decisión que tiene que contextualizarse en el país de los tarifazos. Y que encuentra al fútbol en una situación de debilidad por sus depredadores internos y los buitres que lo sobrevuelan. El dinero que va a recibir, aunque fuera el mínimo que está dispuesto a pagar el gobierno, es demasiado ante los ojos de un jubilado o un trabajador en negro. Ese es el debate pendiente que nadie quiera dar ahora con la soga al cuello.

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