Domingo, 17 de julio de 2016 | Hoy
Por Carlos Rodríguez
“No me puedo quejar. Hay que tener suerte. Los Martínez de Hoz me han iniciado juicio. Eso no le pasa a cualquiera. Ahora sí que me siento un elegido por el destino”. Con ese toque de ironía tan suyo, Osvaldo Bayer reaccionaba en la contratapa de Página/12 del 3 de septiembre de 2011, frente a la demanda por el film Awka Liwen, junto con el co-director Mariano Aiello y el historiador Felipe Pigna.
“Bayer”, su apellido, es el “hola” de Osvaldo cada vez que levanta el tubo de su teléfono de línea, nada de celulares para el autor de La Patagonia Rebelde. Desde siempre fue denunciado, perseguido, censurado por gobiernos dictatoriales y constitucionales. Tal vez, por eso, reacciona con tranquilidad cuando le anunciamos que ganó el juicio contra los nietos de José Alfredo Martínez de Hoz.
“No podía ser de otra manera, tenían que darnos la razón porque nosotros contamos toda la verdad, sin ninguna duda. Los jueces no tenían otro camino que el de reconocer que lo único que hicimos fue relatar cómo fue el genocidio más grande de la historia argentina, que fue el que se cometió en contra de los pueblos originarios”, mediante la llamada Campaña del Desierto del general Julio A. Roca.
Bayer se despacha porque “lo único que puedo decir, simplemente, es que esto es lo que tenía que pasar, que nos dieran la razón porque lo que contamos es toda la verdad. Lo único extraño era que los tataranietos del Martínez de Hoz que recibió las tierras de los pueblos originarios se sintieran injuriados por lo que decimos de su retatarabuelo y no por lo que hizo su abuelo, el ministro de Economía de la dictadura más feroz de la historia argentina”.
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