DEPORTES › LA GERENCIADORA DE RACING, EN SU PEOR MOMENTO

Qué será de ti, Blanquiceleste

La empresa que lidera Marín atraviesa su etapa más crítica desde que se hizo cargo del club. Cuenta con un pasivo millonario, no hay balance desde 2004 y los potenciales inversores huyen espantados.

 Por Gustavo Veiga

Cuentan que en su libro La Máquina de Mirar, publicado en 1999, Fernando Marín luce ataviado como Nerón, el emperador que mandó incendiar Roma, en una fotografía. La imagen, un tanto risueña para quienes recorrieron sus 267 páginas, bien puede representar una alegoría del Racing actual. En las vísperas de otros fuegos, el club y Blanquiceleste S. A. atraviesan hoy la etapa más crítica desde que se firmó el gerenciamiento que los unió, el 29 de diciembre de 2000. Con un pasivo varias veces millonario, potenciales inversores que se espantan cuando preguntan por los números y un balance 2005 cuyo resultado aún no se conoce, el empresario quedó a un paso de tocar la lira sobre las cenizas. Su sociedad cobró por adelantado los derechos televisivos de este año para afrontar ciertas deudas, continúa moviéndose a su antojo por la permisividad del juez Enrique Gorostegui que entiende en la quiebra y hasta apeló a cuadros del Pro –la fuerza que lidera Mauricio Macri– para buscar el respaldo político que hace tiempo parecen haberle quitado los hinchas de la Academia que hay en el Gobierno.

“Racing está de rodillas y peor que en 1998”, le dijo a Página/12 una especialista en temas contables que conoció por dentro la economía del club durante los primeros años de la quiebra. Esa afirmación la sostiene con una serie de hechos que van más allá del único punto obtenido sobre veintiuno en juego, el último puesto en la tabla o el clásico perdido frente a Independiente por 2-0. Lastres deportivos que, por cierto, motivaron la huida de Marín del estadio aquella tarde en que se floreó el Kun Agüero.

“El club no tiene jugadores propios, tampoco divisiones inferiores. Claudio Ubeda es el único patrimonio. Y si Blanquiceleste, que opera por orden y cuenta de Racing, interrumpiera el contrato, sus deudas pasarían al club”, aventuró la fuente. La visión de esta contadora, quien cuestiona la labor del juez Gorostegui, su asesor en la quiebra, Luis Cambra y el órgano fiduciario integrado por Eduardo Gilberto, Néstor Bugallo y Carlos Ves Losada, se contrapone con lo que piensa José Luis Meiszner, el secretario general de la AFA, sobre el papel desempeñado por el empresario hasta ahora: “Observamos con preocupación lo que pasa en el club, pero Racing hoy está mejor que antes, cuando no había llegado Marín”.

Los últimos datos que se conocen de la sociedad anónima que controla el club datan del 31 de mayo de 2004, cuando su balance –cerrado a esa fecha– arrojaba un déficit de 5.465.989,33 pesos y el pasivo ascendía a 71.814.678,07 pesos. Las pérdidas no eran una novedad, al decir de Marín, quien durante un reportaje que le concedió a este periodista el 10 de noviembre de 2002 se quejaba: “Blanquiceleste hoy pierde plata”. Si se carece de datos actualizados es porque no se conoce el resultado del ejercicio 2005, cuya información la compañía todavía no ingresó a las Inspección General de Justicia (IGJ), el organismo que controla la sociedades anónimas.

Con un argumento funcional a la tesorería de la empresa, el contador Eduardo Gilberto, un profesional que debería controlar a Marín y su compañía como integrante del triunvirato designado por el juez, consiguió que la AFA le pagara por adelantado los derechos televisivos del 2006. Con ese dinero, se habrían abonado los sueldos atrasados al plantel y una cuota de la quiebra. Sobre esto último no existe constancia, ya que Blanquiceleste nunca presentó documentación probatoria. Es lo que denuncia el grupo de socios más activo liderado por Oscar Cribari, que además les atribuye a Gorostegui y a los integrantes del órgano fiduciario no haber reclamado los pagos. Por eso, en noviembre del 2005, este sector, reunido bajo la sigla Sarcac, viajó en caravana a La Plata y le realizó un escrache al juez en su propia casa.

La situación de Marín se vería aún más complicada, y por añadidura la de Racing, si la Sala 2ª de la Cámara Civil Bonaerense convalida los créditos de la quiebra que todavía continúan sujetos a revisión. La suma total ascendería a 30 millones de pesos. Como fuere, el hombre de negocios se las ingenió para mantenerse a flote, aunque la pésima campaña del equipo amenaza hundirlo a él y al precipitado Diego Simeone, quien largó el fútbol y cambió en un santiamén los pantalones cortos por el buzo de director técnico. Una, entre tantas versiones que circulan por estas horas en Racing, habla de que, con el Cholo, habría desembarcado un grupo inversor italiano, con intereses bodegueros en Mendoza, de ahí que el plantel se retirara a entrenar en esa provincia cuando el nuevo entrenador asumió.

La cara opuesta fue el grupo Televisa de México. En febrero, desistió de comprarle a Marín el contrato de gerenciamiento que tanto le quema en sus manos. El empresario pretendía por hacerse a un lado 4 millones de dólares, más el traspaso de las deudas de Blanquiceleste. Al poderoso emporio de medios, que controla más de un club en su país, no le cerraban las cuentas de la quiebra. Y el representante de la cadena estadounidense Fox que ofició de mediador –un empresario argentino que se lleva muy bien con Marín– vio cómo se desvanecía su gestión.

“Está preso del contrato y sus socios, de él”, afirma Cribari que le dijo Julio Grondona en una reunión donde conversaron sobre la situación del gerenciador hace unos meses. Desde ese encuentro a este presente, no sólo se profundizó el deterioro económico; también se agudizó la crisis futbolística del equipo con un arranque de campeonato impresentable. “Ni siquiera Di Stéfano o Lalín se tuvieron que escapar del estadio como lo hizo Marín el otro día”, recordó la fuente que pasó en otro tiempo por Racing y pidió mantener su nombre en reserva.

Esa retirada explica, al menos en parte, por qué el presidente de Blanquiceleste armó una reunión con un grupo de hinchas influyentes que acompañan con distinto grado de compromiso la actividad de Mauricio Macri, en Pro, su fuerza política. El jueves pasado se encontraron con Marín, en sus oficinas del piso 1, Horacio Rodríguez Larreta, Carlos Melconian y Horacio Tomás Liendo, entre otros. La idea que se propusieron sería la constitución de un comité asesor. El dato circuló enseguida entre los hombres más críticos del empresario, que vieron cómo podían neutralizarlo por otro lado.

Es por eso que, para empezar, medio centenar de socios se comprometieron a juntar unas 10.000 firmas –a razón de 200 por cabeza– entre hinchas con y sin carnet, para acompañar con ellas una carta que le elevarán al presidente de la Nación, Néstor Kirchner, donde denunciarán que se está vaciando la institución y exigirán una conducta de mayor transparencia. Suponen que, como sufrido hincha de Racing, podría ocuparse del tema.

Hoy, el club es el producto de determinadas decisiones políticas que lo salvaron de su cierre definitivo. En un futuro no muy lejano, quizá, también se imponga ponerlo a salvo de aventureros comerciales y dirigentes irresponsables que no merecen conducir patrimonios centenarios cuyos dueños son sus socios y que constituyen una parte esencial de nuestra cultura deportiva.

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Fernando Marín no vería con malos ojos hacerse a un lado y transferir el gerenciamiento.
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