El 16 de mayo de 2005, Página/12 difundió los nombres de los socios mayoritarios de Blanquiceleste, las compañías off shore Elmtree Investment Company Limited y Bergo Anstalt, con sedes en los paraísos fiscales de Islas Vírgenes y Liechtenstein, respectivamente. Por entonces, para la Inspección General de Justicia (IGJ), la primera no había terminado de inscribirse en el país como correspondía y la otra no había respondido a dos intimaciones del organismo para presentar documentación clave. En esas condiciones, no hubieran podido operar aquí como socias de Fernando Marín.

Hoy, casi diez meses después, Elmtree continúa en falta y Bergo regularizó su situación al cumplir con una resolución para sociedades extranjeras. El empresario argentino, también por mayo del año pasado, decía que “los inversores de Racing son muchísimo más poderosos que yo”. Sin embargo, esta descripción nunca se compadeció con las penurias económicas que soporta Blanquiceleste, ya que, para Mohammed Hussein al Amoudi, un jeque multimillonario cuya fortuna se calcula en 1500 millones de dólares y que figuraba al frente de Elmtree, la quiebra del club sería un mero trámite.

Este hombre de negocios que controla la principal petrolera sueca, Preem Petroleum AB, tenía hasta 2003, 14.400 acciones de la gerenciadora de Racing sobre un total de 30.000, e incluso había designado en el directorio de la firma que preside Marín a un hombre de su confianza, Karim Karaman, un libanés que reside en Londres. Al último balance conocido (31 de mayo de 2004) seguía en la compañía que, por ahora, sobrevive gracias a los derechos de TV y a los dineros que le reportaron en el pasado las transferencias poco claras de jugadores como Mariano González y Diego Milito.