Domingo, 9 de diciembre de 2007 | Hoy
DEPORTES › RIVER CERRO SU 2007 DE TERROR CON UNA DERROTA 2-0 ANTE BANFIELD
El año nefasto por fin se acabó, aunque la despedida fue con una nueva caída por los goles de Cvitanich y Lucchetti.
Se terminó la tortura para River pero no sin antes un nuevo cachetazo. Se despidió con una derrota 2-0 ante Banfield de un semestre para el olvido dentro de un año totalmente adverso. Darío Cvitanich y Cristian Lucchetti, de penal, hicieron los goles del equipo de Juan Manuel Llop, que cerró una muy buena campaña, al quedar tercero en la tabla con 32 puntos. Su único lunar en este campeonato fue ajeno: la consagración de su vecino de barrio, Lanús.
Por el lado de River, las rachas que parecían increíbles se multiplican fecha a fecha y mientras busca técnico y sus barras declaran en Tribunales, dentro de la cancha, el equipo borronea la historia grande que el club supo escribir. Perdió ocho partidos y le marcaron 33 goles. ¿Qué le hace una mancha más a este deshilachado River?
A ninguno de los que estuvo ayer en la cancha de Vélez le sorprendió que el pulso del partido lo marcara Banfield. Todo lo bueno y lo malo que pasó en el encuentro corría pura y exclusivamente por virtudes o errores de los dirigidos por Llop. En el arranque, River cometió dos horrores por minuto completando unos primeros cinco que terminaron con un gol en contra y con la moral por el subsuelo. Antes de que Ferrari pifiara dos veces un pase de cabeza a su arquero y que Cvitanich definiera para poner el 1-0, River ya había demostrado que su defensa estaba tan permeable como en los últimos partidos. Si a esto se le suma que Ferrari no es marcador de punta izquierda, que Lima no es mediocampista por ese sector y que los centrales rotan fecha tras fecha, el desconcierto fue alarmante. Tanto adentro como afuera, donde desde algunos sectores cantaban por la salida de Aguilar y desde otros alentaban, sin mucha convicción, al equipo.
Si Banfield no se fue al descanso con más goles de diferencia fue por su falta de actitud para ir a buscarlo. Le tuvo demasiado respeto al nombre del rival sin darse cuenta del momento. Desconfió de tanto dulce que le llegaba de enfrente y se quedó muy cerca de Lucchetti.
En la segunda mitad, Gordillo cambió la dupla ofensiva, metió a Falcao y al chileno Alexis Sánchez, y generó un mínimo temblor. Pero duró muy poco. Defensivamente, River seguía dejando enormes huecos y cualquier pelotazo cruzado dejaba a los hombres de Banfield mano a mano. En uno de ésos, de izquierda a derecha, el chico Laso –de buen partido– superó a Ferrari, la metió al área para Pavlovich, pero cuando iba a definir, Ponzio lo tocó de atrás y le cometió penal. El suave toque de Lucchetti terminó de sentenciar un partido que parecía juzgado desde el arranque.
Para Banfield, la victoria significó tres puntos que lo suben al podio, algo meritorio después de varios tropiezos seguidos y flojas campañas. Para River la derrota es una mancha más, dentro de un campeonato en el que perdió ocho partidos –todos contra equipos chicos– y le hicieron 33 goles. Por si esto fuera poco su futuro se encierra en un gran signo de pregunta.
Informe: Mariano Verrina.
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