El teléfono sonó a las 6.20. El empresario miró la hora, atendió y se sorprendió con un saludo que podía corresponder a una sola persona: “Qué hacés flaco”, le dijeron, más en tono de reproche que de confianza. Desde ese momento supo que tendría un día agitado. Luego escuchó: “¿Y, flaco, qué hacemos con los zapatitos?” El dueño de casa era un hombre de la industria del calzado, y quien llamaba era el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. El funcionario se comunicó porque le había llegado un informe que advertía que los zapatos de mujer habían aumentado más de 10 por ciento por el Día de la Madre. Antes de cortar, el empresario se comprometió a buscar una solución. Después se levantó de la cama.

La continuidad de esa historia tendrá lugar mañana, cuando dirigentes de las cámaras del Calzado, Marroquinería y los textiles de Pro-Tejer se reúnan para definir una estrategia común. Su objetivo es convencer a los vendedores mayoristas y a las grandes marcas de indumentaria, zapatos y carteras de que sean prudentes con los precios, porque después la presión del Gobierno recae sobre todos. Los fabricantes se quejan del eslabón comercializador porque, según afirman, son los responsables de remarcaciones exageradas. Los textiles, por ejemplo, señalan que mientras los precios de la industria subieron 87 por ciento desde la devaluación, la ropa a los consumidores les llega con un aumento del 182.

Los productores seguramente no se mostrarían tan agitados si Moreno no les anduviera detrás. Un empresario textil lo admite en diálogo con Página/12. “Flaco, no te hagas el logi”, cuenta que le dijo el funcionario días atrás, cuando también lo llamó muy temprano a su casa para recriminarle la disparada en el costo de la ropa. Lo relata sin dramatismo. Concede que para Moreno evitar desbordes no es tarea fácil, porque “en la Argentina hay muchos vivos”. De todos modos, deja sentado que el secretario debería ser “más equilibrado”.

En la conferencia de la Unión Industrial Argentina que tuvo lugar del miércoles al viernes últimos, este diario recogió varias anécdotas que muestran la relación de Moreno con el empresariado nacional. Alberto Alvarez Gaiani, presidente de Copal, una cámara poderosa que reúne a la industria de la alimentación, aportó su historia. Comentó que la entidad le pidió al funcionario días atrás que excluya el ítem “Comidas fuera del hogar” del rubro Alimentos y bebidas, uno de los más importantes del Indice de Precios al Consumidor (IPC). La razón es que “Comidas fuera del hogar” (en restaurantes) viene subiendo mucho más que los alimentos que se venden en almacenes y supermercados, pero “todo entra en la misma bolsa”.

Alvarez Gaiani quería que a Moreno le quedara claro que los socios de su cámara no son responsables de los saltos que pega el rubro Alimentos y bebidas. “Después nos atacan y no tenemos nada que ver”, agregó, preocupado por los títulos de los diarios cuando se difunde el resultado de la inflación. El empresario indicó que también le dijo a Moreno que habría que excluir el ítem “Frutas y verduras”, por el mismo motivo. Y el funcionario le respondió: “A mí qué me decís, si yo no manejo el Indec”.

“A muchos empresarios no les gusta el estilo de Moreno”, aseguró, por su parte, el presidente de la UIA, Héctor Méndez. “El Estado tiene que velar porque la inflación no se dispare, pero como presidente de una entidad empresaria prefiero la libertad de acción”, definió el jueves pasado. Al día siguiente de esa declaración, Méndez bromeó ante Página/12: “Le dije a Moreno que no les crea nada a los diarios”.

Los industriales aceptan con resignación la política de acuerdo de precios, de cuya implementación se encarga Moreno. Méndez sostuvo que “mantener los precios congelados hasta las elecciones es demasiado”, mientras que otros dirigentes comentaban fuera de micrófono que esa pretensión del Gobierno es exagerada y que debería haber “válvulas de escape”. Igualmente, la central fabril decidió no hacer olas y acatar la política del Poder Ejecutivo. La razón es sencilla: “Todos estamos ganando plata como nunca. Le podés preguntar a cualquiera de los que están acá y si son sinceros te van a decir que nunca vendieron tanto”, confesó a este diario un empresario de una compañía mediana, durante la conferencia de la UIA. Por eso, los llamados telefónicos a las seis de la mañana o a las once de la noche, las presiones y hasta las amenazas de Moreno por ahora se toleran, aunque muchos lo deploren.