Los portugueses acudirán hoy a las urnas en unas elecciones presidenciales que marcarán el fin de una época por la salida del que fue su mandatario por los últimos diez años, Aníbal Cavaco Silva. En estos comicios, es el presentador televisivo Marcelo Rebelo de Sousa, de perfil conservador, quien aparece como principal favorito para convertirse en el nuevo mandatario del país luso, dirigido por una coalición socialista.

A los 76 años, el todavía presidente portugués Cavaco Silva dejará la política activa después de ser uno de los dirigentes más importantes desde el regreso de la democracia al país, ya que antes de ocupar el Palacio de Belém en la última década ejerció durante otros diez años como primer ministro (1985-1995). Es considerado el adalid de los conservadores portugueses y uno de los principales defensores públicos de los valores católicos.

El día previo a la elección se caracteriza en Portugal por el “apagón informativo”, que precede a todos los actos electorales en suelo luso, en el que se prohíben la difusión de noticias y encuestas relacionados a los comicios. Sin embargo, los últimos sondeos publicados apuntan una victoria del ex presentador televisivo Rebelo de Sousa, de 67. Protagonista de un programa que hasta hace sólo tres meses era un suceso de audiencia, el candidato cuenta con el respaldo de dos partidos conservadores portugueses –actualmente en la oposición– que pidieron públicamente a sus simpatizantes que voten por él. Su principal reto es lograr la victoria con más de la mitad de los votos, lo que le permitiría evitar una segunda vuelta a la que sólo acudirían los dos candidatos más votados.

El objetivo contrario tienen los restantes nueve candidatos. Los sondeos apuntan al ex rector de la Universidad de Lisboa, Antonio Sampaio da Nóvoa como su mayor rival, con un 22 por ciento de intención de voto. Este candidato es cercano al Partido Socialista (PS), y más concretamente a su actual líder, Antonio Costa, quien es a su vez el primer ministro de Portugal desde noviembre.

Una de las principales incógnitas en estos comicios serán los niveles de participación y su influencia en el resultado, ya que en 2011 la abstención batió un nuevo récord en unas presidenciales al superar el 53 por ciento.