Alvaro Uribe va por la reelección. Más de 26 millones de colombianos están convocados a elegir hoy presidente en una votación teñida por la apatía, en la que se pronostica una abstención superior al 58 por ciento. Para ganar en la primera vuelta se necesita obtener el 50 por ciento más uno de los votos –número que según las encuestas el mandatario colombiano tiene asegurado–. Pese a que la guerrilla se comprometió a no boicotear los comicios, unos 220.000 hombres extremaron ayer las medidas de seguridad en todo el país.

Uribe, quien tiene una intención de voto de entre 54,7 y 61 por ciento, es un abogado de 53 años cuyo gobierno se jacta de haber disminuido la violencia gracias a una política de mano dura contra las guerrillas de izquierda y con la negociación que llevó a desmovilizar a 30.000 paramilitares de ultraderecha. En favoritismo le sigue el candidato de la izquierda, Carlos Gaviria, senador y ex presidente de la Corte Constitucional (19 a 23 por ciento), y el aspirante del opositor partido Liberal, Horacio Serpa (10 a 14 por ciento). Otros tres candidatos aspiran a la presidencia, pero ninguno supera el 2 por ciento en los sondeos.

Un estudio divulgado ayer por la privada Fundación Seguridad y Democracia señaló que la actual campaña presidencial es la menos violenta en 20 años. Además, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que convocaron sistemáticamente al abstencionismo electoral, anunciaron que no entorpecerán los comicios, en lo que algunos analistas interpretan como un guiño a Gaviria, empeñado en obtener una segunda vuelta. Sin embargo, el gobierno no escatimó en medidas de seguridad, con el objetivo de tener una jornada electoral lo más tranquila posible. Unos 220.000 militares y policías fueron desplegados principalmente en departamentos como Meta, Caquetá, Huila, Arauca, Norte de Santander, Tolima, Putumayo y Cundinamarca. En tanto, en Bogotá el dispositivo de seguridad era particularmente visible alrededor de la feria exposición, la mayor concentración de mesas de votación, vigilada por soldados en traje de guerra y fusiles con mira telescópica.