Domingo, 5 de noviembre de 2006 | Hoy
La institución política de la comunidad judía elige mañana nuevo presidente, en reemplazo del cuestionado Kirszenbaum. Una característica de la “campaña” es tomar distancia del ex, Beraja, y su conexión menemista.
Por Raúl Kollmann
La DAIA, institución que juega el papel de representante político de la comunidad judía argentina, elegirá mañana nuevo presidente en reemplazo de Jorge Kirszenbaum. Los postulantes son tres. Aldo Donzis es señalado por sus adversarios como el candidato de la continuidad y como el hombre que sigue la línea trazada en su momento por el otrora poderoso dirigente de la comunidad judía en tiempos del menemismo, Rubén Beraja. El niega ser berajista, pero recientemente sostuvo que el procesamiento de Beraja constituye “un procesamiento de toda la comunidad judía”, algo rechazado por las demás corrientes. Frente a Donzis estará Abraham Kaúl, ex titular de la AMIA, que pertenece al partido Avodá, el laborismo comunitario que está en sintonía con el laborismo israelí. Algunos lo acusan de estar cerca de Néstor Kirchner a raíz de una especie de reconocimiento que le hizo al Presidente el Consejo Judío Norteamericano. El berajismo se opuso y él respaldó ese reconocimiento, aunque niega que esté alineado con el kirchnerismo. Por último, hace dos semanas se presentó sorpresivamente la candidatura de Natalio Fitchelson, que responde a las sinagogas y organizaciones judías más ortodoxas. Dicen que tiene pocas posibilidades, pero que en la segunda vuelta negociará con alguno de los otros candidatos.
La presidencia de la DAIA ha tenido importancia creciente en los últimos doce años, en especial a raíz de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA, en 1992 y 1994. La institución es la voz cantante en la relación política con los gobiernos, frente a hechos antisemitas y también en el trato con los dirigentes de otras comunidades. Las críticas llovieron cuando el hombre fuerte de la DAIA en los ’90, Rubén Beraja, mantuvo fluidas relaciones con el menemismo y la propia organización se mostró más que débil en sus reclamos por una investigación en serio en el caso del atentado. Es más, Beraja y también la AMIA –que conduce el laborismo– respaldaron al juez federal Juan José Galeano, primer encargado de la causa del atentado, y lo defendieron incluso en el momento en que estaba a punto de ser destituido.
La realidad es que, hasta el momento, no hubo una autocrítica por esos comportamientos y los dos principales candidatos afirman que no tuvieron demasiado que ver en todo eso. Donzis sostiene que no estuvo con Beraja, pese a que ocupó cargos en dos períodos de Beraja e impulsó un brindis con cuestionados integrantes de la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, y Kaúl ha hecho críticas al comportamiento respecto de la causa AMIA, pero nunca terminó de romper su alianza con la DAIA, que se expresó en que tuvieron los mismos abogados en el proceso judicial.
La aparición de un candidato del judaísmo ortodoxo es toda una novedad en la vida política de la DAIA, aunque no en la de la AMIA, donde han conseguido hasta el 30 por ciento de los votos en elecciones pasadas. Son una corriente en ascenso y exhiben una enorme solidez económica, ya que en sus filas revisten importantes empresarios y ejecutivos. El propio candidato, Fitchelson, ocupa un importantísimo cargo en una las más grandes empresas de telefonía celular. Los ortodoxos defienden posiciones religiosas duras –según explica la publicación Agencia Judía Nacional (AJN)–, juegan a favor de fortalecer las escuelas religiosas y suscriben posturas como la prohibición de enterrar en cementerios judíos a personas que no siendo judías se hayan casado con un integrante de la comunidad, y quieren impedir que personas convertidas al judaísmo sean aceptadas como socias de la AMIA.
El sistema de elección en la DAIA es indirecto, lo que significa que mañana no votan los integrantes de la comunidad judía en forma individual, sino que cada club, cada centro cultural, escuela u organización miembro de la institución vota a través de sus representantes. En general, las organizaciones que forman la DAIA tienen un voto, pero hay algunas de las más grandes que tienen más de un sufragio, como Hebraica, Hacoaj o la AMIA. Pero en el sistema no existe real proporcionalidad, dado que un club de 10.000 socios puede tener tres votos, mientras que una sinagoga de cien miembros tiene uno. Eso hace que las organizaciones chicas, que siempre tuvieron el sostén del sector de Beraja, tengan un peso desproporcionado en la elección.
Tanto Donzis como Kaúl dicen que tienen grandes chances de ganar, pero nadie sabe a ciencia cierta cómo terminará la votación. El referente de los ortodoxos, el rabino Samuel Levin, le dijo a la revista Nueva Sión que admite que no aspiran a la presidencia sino a negociar una vicepresidencia. Con ese panorama, lo más probable es que nadie tenga mayoría en la primera votación y que luego las negociaciones y acuerdos resulten decisivos. Tal vez el capítulo más negro de la reciente historia de la DAIA –cuestionada también en tiempos de la dictadura– fue el gesto de Beraja y los demás dirigentes de ir a la Casa Rosada prácticamente a pedirle disculpas al entonces presidente Carlos Menem, después de un acto en el que los familiares de las víctimas del atentado criticaron en forma dura la escasa voluntad política mostrada para esclarecer el ataque a la mutual judía. Eso fue en 1997, pero muy poco parece haber cambiado desde entonces.
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