Domingo, 9 de diciembre de 2007 | Hoy
ESPECIALES › ENTREVISTA A ADOLFO PéREZ ESQUIVEL, PREMIO NOBEL DE LA PAZ, 1980
A. Boron: –Dados los cambios en el clima político latinoamericano y la estabilización de regímenes formalmente democráticos, ¿puede decirse que el Plan Cóndor es ya cosa del pasado?
A.P.E.: –No, para nada. Lo que ha cambiado es la caracterización de los enemigos del imperio. Antes eran todos “comunistas”, ahora son “narcotraficantes” o “terroristas”. Pero la política sigue siendo la misma, sólo que intensificada con la expansión de las bases militares que impulsó la puesta en marcha del Plan Cóndor, el lanzamiento del Plan Puebla-Panamá, el Plan Colombia y el tema de la Triple Frontera. En los Estados Unidos todavía sigue predominando esa concepción que tenían en los años setenta con respecto a la problemática de nuestros países. Pero esto va ahora acompañado con los condicionamientos de orden económico derivados de la situación de la deuda externa y los tratados de libre comercio. Lo más reciente, para asegurar la continuidad de esta política, ha sido la imposición, en casi todos los países, de una legislación antiterrorista que hemos visto sancionar hace muy poco aquí en la Argentina. Esa pieza legal pretende penalizar y criminalizar tanto a la protesta social como a las organizaciones que no comparten las políticas del sistema, todo lo cual torna mucho más preocupante la situación que vive el continente. Vemos, por ejemplo, la persistencia de fuertes presiones en contra del gobierno de Hugo Chávez, al que derrocaron con un golpe de Estado en abril del 2002 pero que luego fue restituido en funciones gracias a la movilización popular; o las fuertes presiones que hoy amenazan al gobierno de Evo Morales en Bolivia, o lo que está ocurriendo en Ecuador con el gobierno de Rafael Correa. Es decir, presiones y aprietes contra quienes no se alinean incondicionalmente con el imperio y se resisten a diseñar sus políticas a imagen y semejanza del modelo norteamericano. Esta es la política que se está implementando en todo el continente y, por supuesto, también a escala mundial. El Operativo Cóndor cambió de rostro, pero en el fondo sigue siendo lo mismo. Es como un juego de máscaras: se utilizan nuevas formas operativas para defender los privilegios del imperialismo y sus políticas hegemónicas y para impedir que se satisfagan las aspiraciones y los derechos de los pueblos.
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