Domingo, 28 de mayo de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › LOS SIMBOLOS Y LOS RITOS
La simbología entre los masones es tan importante como los ladrillos en la albañilería. Pero conocer esa simbología es en absoluto sencillo. En realidad símbolos y rituales están íntimamente ligados a las tres ideas que dicen reunir a los masones: la libertad, la igualdad y la fraternidad. Cómo acceder plenamente a esos ideales es parte del ritual y de su simbología. Pero escuelas de ritos hay varias.
Los primeros tres grados en la escuela masónica son el aprendiz, que viene a ser el recién iniciado; el compañero artista y el maestro masón. Una vez superados esos escalones con pruebas físicas, morales e intelectuales, respectivamente, el maestro masón puede elegir quedarse donde está o avanzar hacia lo que en términos algo más mundanos sería la licenciatura. Allí empiezan las grandes diferencias entre rituales. Existe el Rito Escocés Antiguo y Aceptado (es el ritual de los Caballeros Templarios) y el rito de York, que en lugar de grados divide los conocimientos en capítulos.
El rito escocés tiene 33 grados. Una vez que el maestro decide avanzar superando el primer nivel básico de los tres grados de la logia Azul (así la llaman), en el rito escocés se avanza a los grados capitulares, una especie de doctorado cuyo primer grado o 4º grado es el de maestro secreto; lo sigue maestro perfecto en el 5º y así sucesivamente. El 12º es el Gran Maestro Arquitecto, el 14º el Gran Escocés, que no implica ninguna bebida espirituosa; el que le sigue es el de Caballero de la espada, como los templarios, y Príncipe de Jerusalén; el 18º Sublime Príncipe Rosa Cruz (recordar a Lopecito); siguen después los Grados Filosóficos: casi todos son caballeros, y los últimos tres grados Superiores: el Gran Inspector Comendador, el Sublime Maestro del Real Secreto (como en El Código Da Vinci) y el Soberano Gran Inspector General. Qué es lo que se enseña en cada uno de estos grados y escalones es la duda de todos (los profanos o no masones), pero según declaran los masones, se va accediendo al conocimiento y avanzando en mayor comprensión sobre el secreto más profundo de los masones que, para revelarlo, hace falta estar allí dentro o conformarse con la versión más simplista y seguramente más breve y apasionante que pretende sombrear El Código Da Vinci.
Entre los símbolos se destaca el de la sangre: para ser admitido en la orden el aspirante debe jurar verter su sangre hasta la última gota y se le puede pedir que esté dispuesto a firmarlo con su propia sangre. También la marca del masón que viene a ser un sello con un compás o una escuadra que se imprimen con fuego en alguna parte del cuerpo del masón.
El juramento debe hacerlo arrodillándose sobre el lado izquierdo y con la rodilla derecha en escuadra, y la mano derecha sobre la Biblia, aunque técnicamente los masones no adoptan al dios de ninguna fe. Tienen su dios que consideran universal y que puede ser una idea. Por ese motivo, socialistas como Alfredo Palacios o Alfredo Bravo, o escuelas de anarquistas de principios del siglo pasado, encontraron en la masonería un resguardo de las miradas del poder y permisiva en cuanto a religiones. No es permitido no creer, pero creer en un dios cualquiera debe ser fundamentado.
Otros símbolos clásicos y que aparecen en escudos, frentes y vestimentas son el compás y la escuadra. Son instrumentos de la albañilería. La escuadra forma el ángulo recto y es el emblema de la fijeza, la estabilidad de la física. El compás es lo móvil. El triángulo equilátero es el símbolo de la perfección, la armonía y la sabiduría.
Además, al recién iniciado se le entregan dos pares de guantes, uno para él y otro para entregarle a su mujer. Los guantes son el símbolo de la pureza en las intenciones. Nada se dice de los masones solteros o de su guante líbero.
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