Domingo, 20 de agosto de 2006 | Hoy
En el programa “Yo, sí puedo” no existe un método único de enseñanza, y ésa es una de sus mayores virtudes: la manera de capacitar se adapta al lugar donde se aplique, y de ello depende el desempeño y esfuerzo que ponga el profesor, que junto con su par virtual deberá llevar adelante el curso.
Martín Méndez, de 43 años, es uno de los tantos facilitadores voluntarios que trabajan con y para el programa en Tilcara. En la charla se lo nota contento, de buen humor, sobre todo cuando le toca hablar de su trabajo. El es docente, hoy desocupado, si se habla de una remuneración por su trabajo. Hace tareas administrativas en la municipalidad local e incluso es maestro mayor de obras, pero el trabajo en ese rubro no es constante.
“Empezamos con tres centros de capacitación –recuerda–. Con la llegada de algunos asesores cubanos, los lugares para enseñar fueron creciendo. Yo soy docente, pero no vivo de esto porque estoy desocupado, sí ejerzo la docencia en el programa.” “Ya tenía experiencia como docente en el nivel medio, pero me llamó la atención porque había que estar al frente de gente grande y era todo un desafío”, afirma. Uno de los centros de capacitación era la casa del propio Martín. “Habíamos hecho un centro en mi casa. Eran 27 personas de 50 años en adelante. La cantidad superaba la ideal, pero no había muchos lugares. Mi señora, que también es docente, y mis cuatro hijos, colaboraron siempre, a pesar de tener tanta gente en la casa.”
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