Domingo, 9 de septiembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › SE OPONE A LA RENOVACION DE LICENCIAS EN BRASIL
El partido oficialista se manifestó en contra de la renovación automática de las licencias de las principales emisoras de TV, que vencen en octubre. Lula evitó pronunciarse al respecto.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
Echale la culpa a Chávez. A tres meses de la controversia diplomática entre Brasil y Venezuela iniciada poco después de que Hugo Chávez no renovara la licencia del canal Radio Caracas de Televisión (RCTV), el Partido de los Trabajadores (PT) acaba de respaldar una campaña contra la concesión automática del permiso para que la TV Globo haga uso del espectro radioeléctrico durante los próximos quince años.
El Tercer Congreso del PT, celebrado hace una semana, que tuvo como principal orador a su fundador y actual presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, decidió “acompañar” a las “movilizaciones” convocadas de cara al 5 de octubre, día en que caduca la autorización del Estado a la más poderosa emisora de tevé sudamericana, cuyos noticiarios son la principal fuente de información de 190 millones de brasileños. Los tres grandes periódicos nacionales, Folha de San Pablo, O Globo, de Río de Janeiro, y Estado de San Pablo, alcanzan una tirada conjunta, en días laborables, de 1 millón de ejemplares.
En el primer congreso celebrado desde que Lula da Silva llegó al gobierno, en enero del 2003, el PT aprobó un documento en el que avala al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, la Central Unica de Trabajadores y la Unión Nacional de Estudiantes, en sus cuestionamientos al “sistema de concesiones, la concentración de la propiedad (televisiva)”. Según se conoció el viernes pasado, para el PT es necesario establecer “criterios que garanticen la participación de la sociedad organizada en (..) el acompañamiento del contenido transmitido” por Globo y otras grandes emisoras, como la evangélica TV Record y TV Bandeirantes, cuyas licencias también caducan en octubre.
De momento, el Palacio del Planalto (Presidencia) no se ha pronunciado respecto de la posición del partido gobernante, y es dable esperar que tome distancia del tema. Aun así, a nadie escapa que se trata de una señal del inocultable malestar que campea tanto en el PT como en el Ejecutivo brasileño con el “Partido de la Globo”. El ex ministro de Lula da Silva José Dirceu, que pese al proceso penal por corrupción en su contra aún es uno de los hombres más fuertes del PT, lo dijo sin ambages en los días previos a la cumbre del partido: en Brasil impera una “dictadura” de los medios.
Si bien no está en los planes de Lula declarar la guerra abierta a Globo, el mandatario se ha embarcado en un proyecto que causa escozor en la familia Marinho –propietaria de un imperio que factura más de 2000 millones de dólares anuales–: la creación de una red pública de televisión que contará con un presupuesto anual de 175 millones de dólares. En rigor, Globo se ha tornado una suerte de partido de facto, a quien nadie votó, pero cuyos índices de audiencia le otorgan un extraordinario poder para fabricar escenarios políticos, imponer agendas y deponer (o intentar deponer) gobiernos. Globo es, de hecho, el principal partido opositor al gobierno petista.
Obrando como un “intelectual orgánico” del bloque dominante, en ocasiones Globo le ha arrebatado la iniciativa política al Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y a Demócratas, las fuerzas que entre 1995 y 2003 controlaron el gobierno durante la gestión del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. El investigador de la Universidad de Brasilia Venicio de Lima entiende que la mutación de la TV Globo y del conglomerado mediático de la dinastía Marinho en un “partido del poder” es un factor que degrada la calidad del sistema democrático brasileño.
Lima observó, en diálogo con Página/12, que la “renovación automática” de la licencia de Globo, prevista en la legislación brasileña, es fruto de la capacidad de lobby de esa corporación en el Congreso y constituye un privilegio que amenaza el “derecho a la información” de sociedad. Ese desplazamiento hacia el campo político desvirtuó la “idea liberal que preveía para la prensa el rol de representante de la ciudadanía” señala Venicio Lima y agrega: “En la medida en que Globo y los grandes grupos de información sustituyen, en parte, a los partidos, se concentran, se transforman en grandes carteles que defienden sus propios intereses, es importante que ese tremendo poder sea fiscalizado por otro poder, el de la ciudadanía, el quinto poder”.
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