Domingo, 17 de septiembre de 2006 | Hoy
Por G. A. A.
En la batalla por los símbolos, el presidente Vicente Fox gritó el viernes un “viva” a las instituciones, mientras el jefe de Gobierno de la Ciudad de México gritaba un “viva” a la soberanía popular. Separados por cientos de kilómetros, los gobiernos federal de derecha y el local capitalino de izquierda se repartieron nuevamente a la nación, uno en el pueblo de Dolores, el otro en el corazón del país, entre versiones catastrofistas que amenazaban con una noche de violencia y muerte durante los festejos por la Independencia nacional. Fox marchó de último minuto a su natal Guanajuato, ante supuestas amenazas a su integridad si se presentaba en el Zócalo capitalino a dar el tradicional “grito” desde el Palacio Nacional, y dejó en su representación al ultraconservador Carlos Abascal, secretario de Gobernación, para que acompañara al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, quien dirigió la ceremonia oficial desde el balcón central del antiguo edificio del ayuntamiento, con la presencia de Rosario Ibarra de Piedra, vieja dirigente de Eureka –una organización que lucha desde hace décadas por la presentación de desaparecidos durante los años de la guerra sucia en México, igual que las Madres de la Plaza de Mayo–, como lo había solicitado López Obrador, en representación del movimiento popular que encabeza. López Obrador sí estuvo en el Zócalo, pero no dio el “grito”. Se limitó a mezclarse entre decenas de miles de personas, que lo acompañaron hasta cerca de la medianoche, sin que nadie estuviera en riesgo.
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